Si el col de Porte (puerto de categoría especial) se hubiese subido como primera gran cita montañosa del Tour todas las crónicas hablarían del extraordinario poder de Primoz Roglic, vestido de amarillo, atizando a todos los rivales y con un equipo, el Jumbo, poderoso. Se le daría como el gran favorito, quizás único para ganar en París. Y, posiblemente, sus compañeros ya podrían empezar a controlar a los demás. Su dominio es casi insultante, con todos los respetos. Va una pedalada avanzado sobre los demás y es el gran candidato, casi único, a ganar el domingo el Critérium del Dauphiné.

2020 es desgraciadamente un año distinto. Nadie podía imaginar en octubre del 2019, cuando se presentó el Tour, que un jueves 13 de agosto se estaría disputando el Dauphiné, programado para junio, y que todavía faltarían 16 días para el inicio de la ronda francesa. Un Tour en septiembre! ¿Quién lo iba a imaginar? Nadie. Habría sonado entonces a broma de mal gusto o casi a inocentada.

UN AÑO DISTINTO

Este es un año diferente en todo. Muchos corredores están en pretemporada, como si estuvieran corriendo carreras de febrero como la Vuelta a Andalucía. Y apenas queda un suspiro para el Tour. Muchos ya no tienen tiempo de corregir una forma irregular, de buscar una pedalada cómoda y hasta divertirse encima de la bici. Y algunos -he aquí el problema- deben cuidar la forma y tratar de no perderla en los 13 días que habrá entre el final del Dauphiné y el inicio del Tour.

Porque, aunque Roglic disponga ahora de un punto de fuerza extra sobre los demás, tampoco es Renco Evenepoel, que arranca a decenas de kilómetros para meta, que camina solo y como quiere, y que gana en solitario, con minutos extra, como hacía su antepasado (no pasa por la cabeza compararlo) y paisano Eddy Merckx. Roglic llega a la cima del Col de Porte después de atacar al resto de figuras a 600 metros de la meta y con tan solo 8 segundos de ventaja sobre Thibaut Pinot y 10 sobre Nairo Quintana, 'Superman' López, Mikel Landa y Egan Bernal.

EL CASO DE EVENEPOEL

Incomprensiblemente el Deceuninck no se plantea llevar a Evenepoel al Tour puesto que lo reserva para el Giro. Por eso, Roglic, ahora como principal estrella destacada, tiene posibilidades de ganar la carrera. Y no vale la teoría de que solo tiene 20 años, puesto que el esfuerzo y la presión yendo de amarillo o de rosa, Francia o Italia, será similar. Y más en un año donde hay hambre de ciclismo por culpa de la dichosa pandemia.

Porque solo son 10 segundos, porque las diferencias son mínimas, porque Bernal no se prepara para el Dauphiné sino para el Tour, porque el ciclista colombiano, último vencedor en los Campos Elíseos, no tiene necesidad de alcanzar todavía ahora el pico máximo de forma, Roglic debe preocuparse; primero, en mantener su glorioso estado de forma, y luego esperar la mejora de los demás. Y porque una rotonda, de las miles que hay en Francia, un golpe de aire (parece que en septiembre soplará con mayor fuerza que en julio en algunas etapas), un corte, un despiste, cualquier detalle puede valer para ganar o para perder el Tour, muchas veces en jornadas, sobre todo durante la primera semana, que apuntan a cierta intrascendencia antes de que se tome la salida.

Con Evenepoel todo sería distinto porque es una joya de tan incalculable valor, que apunta a super estrella no solo del ciclismo sino del deporte en general. Y seguro que Roglic, Bernal, Pinot, Landa y sobre todo su compañero Julian Alaphilippe -cuatro minutos perdidos en el col de Porte- no lo añorarán durante el Tour. Sabrá el Deceuninck por qué lo deja en su casa de Bélgica.

DUELO DEFINIDO

El Dauphiné, en su primera etapa importante, definió otra vez el duelo entre los Jumbo y los Ineos. Evidenció que por mucho tridente que presenten ambos equipos, solo hay un jefe por banda, Roglic y Bernal, y que ambos serán los equipos que llevarán el compás de la música en el Tour. ¿Serán capaces Dumoulin y Kruijkwijk, ambos neerlandeses, de trabajar todo el Tour como gregarios de su compañero esloveno? Y más duda ofrecen las estrellas del Ineos. Geraint Thomas laboró este jueves lo justo para Bernal en la subida a Porte. Resulta complicado que un ganador y segundo clasificado del Tour se convierta de la noche a la mañana en gregario. Y luego está la situación de Chris Froome, que pierde un puñado de minutos en cada subida afrontada este mes de agosto. La duda es ¿irá al Tour? Porque para trabajar, tirar del pelotón y subir bidones hay otros mejor preparados y que saben el oficio en el Ineos que un corredor que ha ganado cuatro veces la Grande Boucle.

LA SITUACIÓN DEL MOVISTAR

Y, finalmente, está la cada vez más preocupante situación del Movistar. A Alejandro Valverde, con 40 años, no se le puede pedir ni exigir nada, solo faltaría, pero Enric Mas, que debe ser la referencia del conjunto telefónico en el Tour, parece estar muy lejos de la forma necesaria para pelear por los lugares honoríficos de la clasificación. Quedan días, pero Mikel Landa, que estaba hace un año en el equipo y ya no, sí escala con frescura y soltura y se le ve preparado para estar entre los nominados a los premios de la carrera francesa.