Al pie de Los Machucos había una caravana aparcada. De color metálico llamaban la atención las letras negras en las que podía leerse Primoz Roglic. En su interior hablaba por el móvil la mujer del jersey rojo de la Vuelta. Ella sigue a su marido con el bebé a cuestas. Le acompaña su madre y a la vez suegra del líder de la ronda española. Ni van a hoteles, ni se complican la vida reservando habitaciones por internet. La familia, con un pase VIP de la carrera, ya en la meta, busca el refugio del podio. Allí se pueden cambiar los pañales, recibir el cariño de Miguel Ángel Revilla y festejar que Roglic es incontestable al frente de la general.

La mujer anima a su marido mirando por la pantalla gigante su estilo dictatorial de conducir la Vuelta. Ella seguramente sabe que a Roglic le da igual que el Astana desgaste a todos, incluido a su Superman particular, en ruta hacia Los Machucos. Y también que el jersey rojo no se preocupe de la anarquía del Movistar.

Tampoco es cuestión de alarmarse cuando se queda solo, sin gregarios, cuando la carrera entra al rojo vivo. Y es así porque Roglic, en Los Machucos, o el jueves en Bilbao, no está solo porque tiene a su lado a un diamante en bruto de 20 años llamado Tadej Pogacar, que en breve lo superará, a él y a muchos más; pero al menos la época de la Vuelta es para que formen gobierno de coalición, sin necesidad de reunirse horas y horas, sin discutir de cargos porque ellos lo tienen claro, en Los Machucos llegarán juntos, para el joven será la etapa y para el más veterano salir más líder.

Para Pogacar una posición en el podio y el jersey blanco de mejor joven (menor de 25). Para Roglic sencillamente ver a Valverde situado a más de dos minutos.

A Roglic también le da lo mismo que ataque Nairo Quintana. Fuegos de artificio. Las rampas de Los Machucos son tan duras que 10 ó 15 segundos de ventaja solo representa un cambio de ritmo. A Quintana lo ve tan cerca que no se preocupa por capturarlo. El ciclista colombiano del Movistar va cayendo desde su posición aventajada, valiente no hay que negarlo, pero al ataque no sirve.

LA ANARQUÍA DEL MOVISTAR / Valverde es otra cosa. Valverde se engancha a la rueda de los dos eslovenos cuando Pogacar pone el turbo. Hablan entre ellos, se dan palpadas al cruzar la meta de Bilbao. Pero ya pueden decir misa porque charlando en esloveno nadie los entiende. Es una encerrona para Valverde, quien por supuesto no los comprende.

Ya están fugados Roglic y Pogacar. Van capturando a los pocos escapados que les quedan delante. Quintana se ha recuperado. Llega a la altura de Valverde. Es la señal para el ataque del murciano. No hay quien lo entienda. Al menos la aparición del colombiano provoca una reacción de rabia al campeón del mundo. Ni por asombro Nairo se pondrá a tirar del segundo de la general.

La mujer de Roglic se siente la más feliz porque ella, como el resto de mortales, incluidos Revilla y Óscar Freire, que están en la cima de Los Machucos, saben de antemano que Pogacar cruzará primero la meta seguido por Roglic quien no le ofrecerá ningún tipo de resistencia. Valverde llega a 27 segundos. Eslovenia al poder.