Fabricio Coloccini ha vuelto a poner en entredicho el amor de muchos futbolistas por el club que les paga. El defensa argentino, que le había llorado en un sinfín de ocasiones a José Manuel Llaneza para que apretara al Milán en la operación de su traspaso, le dio la espalda al Villarreal cuando dependía de él continuar vistiendo de amarillo. A la hora de la verdad se le vio el plumero y Fernando Roig se plantó. La propuesta económica del presidente amarillo era muy importante, lo suficiente como para garantizar el futuro económico de Coloccini, y en el límite del tope salarial impuesto por el Villarreal.

Coloccini no ha valorado que el Villarreal es uno de los clubs que mejor paga a sus futbolistas y que cumple puntualmente con sus compromisos. Tampoco el exquisito trato con los jugadores y otras muchos condicionantes positivos que rodean al Submarino. El dinero, una vez más, pesó más que los sentimientos. Coloccini, seguro, se arrepentirá muy pronto.