El automovilismo es ese deporte en el que “cuando lo haces todo bien, cuando todo te sale bien, a veces, solo a veces, ganas”. Cada victoria se saborea, se disfruta, se celebra. Y cuando es en la espectacular y durísima noche de Singapur, cuando te reporta el liderato, cuando es la octava del año y nadie, absolutamente nadie, en la historia ha perdido un Mundial ganando ocho carreras, cuando todo eso sucede, Nico Rosberg habla a punto del desfallecimiento, en mitad del éxito: “Es una sensación increíble, increíble, tenerlo todo bajo control en situaciones tan al límite”.

Son ocho puntos de ventaja respecto a Lewis Hamilton, pero ha recuperado el liderato. Es cierto que este año ha visto cómo se esfumaban más de 40 puntos de renta sobre el inglés, pero en el Marina Bay robó el papel de superclase a Hamilton. “Tengo que felicitar a Nico, ha conducido de una forma magistral todo el fin de semana. Yo nunca tuve ese ritmo”, reconoció el campeón.

Hamilton, que a mitad de carrera, acababa de ser relegado por Raikkonen a la cuarta posición, decidió junto a su ingeniero cambiar la estrategia de dos a tres paradas. Inocentemente, recordando aquella decisión en el muro que privó a Fernando Alonso del título en 2010. El asturiano volvió a realizar ayer una salida primorosa y defendió con talento la séptima posicion, mientras Carlos Sainz (14º) tuvo problemas con la unidad eléctrica del motor (200 caballos menos). H