Los hay grandiosos. Inmensos. Los hay tremendos. Los hay únicos. Las motos han tenido varios de esos portentos, pero ninguno como Valentino Rossi. El Doctor, de 38 años, se está peleando en los circuitos con tres generaciones a cual más valiente, más agresiva, mejor preparada. Le Mans. Cesena. Gran Premio de Francia. Alguien peleando entre la vida y la muerte en un hospital italiano. Una carrera sobre el asfalto y una carrera contra la muerte. Él, Valentino, encima de su Yamaha, intentando homenajear a su amigo. Y Kentucky Kid, clínicamente muerto, sin actividad cerebral, mantenido por cinco máquinas que existen para que él despierte o dé una señal de vida, esperando el aviso de ese otro Dios terrenal. No lo contó, pero no hacía falta. Rossi se pasó todo el fin de semana diciendo que correría en nombre de Hayden y que le dedicaría una gran carrera y hasta el triunfo. Y así corrió Rossi que, con nueve títulos, 114 victorias y 224 podios, no tenía necesidad alguna de forzar tanto, tanto, tanto, como para caerse en la última curva de Le Mans, llevando pegadito a Maverick Viñales. «Pero cuando uno se siente para ganar, ha de intentarlo, de lo contrario no estás en paz contigo mismo». Esa es la grandeza de Rossi. Lo intentó porque quería hablar de Hayden desde lo más alto del podio.

ÚLTIMA VUELTA // Pero el más grande perdió su reto en la última vuelta. Un giro que inició como líder, por delante de Viñales, su compañero de equipo. Cuando empezó los últimos 4.185 metros del mítico Le Mans, Rossi aventajaba a Viñales en 0.423 segundos. Medio segundo es un mundo.

«¿Dónde quería pasarle?, en la curva 8», reconoció el español. Y Vale, que sabe más por viejo que por diablo, sabía que iba a ser ahí. Y trató de cerrar, pero falló. Se abrió. «Fui estúpido. Perdón, el error fue estúpido», admitió.

Y Viñales le pasó, porque tampoco MVK se rindió. «Yo estaba convencido de que ganaba Vale, pues venía desde atrás, hacia vuelta rápida tras vuelta rápida y pilló a Maverick con comodidad. Pero, mira, Rossi también es humano y erró. Quiso cinco puntos más y se cayó. Pero me gusta que los campeones no se conformen», explicó Marc Márquez, que llevaba ya varias vueltas en su box, pues él también se cayó.

Y, sí, cuando Viñales se puso líder, Rossi pensó en las máquinas que permiten respirar a Hayden, nadie sabe por cuánto tiempo. Pensó en Kentucky Kid y fue a por su compañero en Yamaha, que logró la vuelta rápida de la carrera en ese último giro vertiginoso.

Para lograr ese giro y victoria, MVK necesitó de ese error incomprensible de Vale en la curva 8 para poder superar al italiano, que aún fue más valiente en la curva 11, muy cerquita ya de la meta. Patinó y se fue al suelo. Alguien creyó verle llorar bajo el casco. «Pues no, no lloré, lo siento», manifestó el italiano, que fue rotundo. «Nunca he pilotado tan bien y tan rápido esta moto, ¡nunca!», reconoció el Doctor al final.