Semanas atrás, el Madrid jugó su partido de Champions en Polonia a puerta cerrada como castigo por la violencia que exhiben los ultras del Legia de Varsovia. Con el Mundial de Rusia en el horizonte y después de una Eurocopa de Francia marcada por los enfrentamientos entre los seguidores más radicales, casi siempre con los rusos como protagonistas, parece obligado adentrarse en la manera de vivir los partidos en Rusia, especialmente en los compromisos del Zenit de San Petesburgo, uno de los grupos más temidos por su violencia.

En una atmósfera de abrumadora presencia policial y psicosis de seguridad se desarrollan, desde hace ya tiempo, los encuentros en la que será una de las principales ciudades-sede del campeonato del 2018. El culto a la violencia que profesan algunos grupos de fans rusos, así como sus reacciones y comportamientos abiertamente racistas y xenófobos, no constituyen un fenómeno nuevo en el fútbol local. Jugadores extranjeros y oenegés de Rusia que luchan contra la discriminación racial vienen denunciando estos hechos, al tiempo que critican la pasividad, cuando no connivencia, de las autoridades locales.

El Zenit es, precisamente, el equipo ruso con una reputación más controvertida. En 2012, un manifiesto en la web de los fans radicales del Zenit exigió a la directiva que no contratase a jugadores negros u homosexuales, desatando un alud de críticas.

La norma

Aunque el club no aceptó oficialmente el requerimiento, sí parece ser la norma que ahora rige en las contrataciones. Fuera ya del estadio, las peleas y reyertas entre grupos de hooligans rivales que se citan en parques y bosques se repiten con frecuencia, «al menos una vez por semana», explica Ruslán Dubov, reportero de Deportes del rotativo independiente Nóvaya Gazeta. Las reglas del combate se fijan de antemano. «Solo se pueden emplear los puños y en ningún caso armas blancas o de fuego», continúa. Quienes demuestran arrojo y hombría acaban siendo «promocionados». Un par de veces al año se registra un obshak, una palabra de la jerga criminal rusa que define a una refriega en la que participan un gran número de aficionados.

Con todo, las autoridades ya trabajan para evitar que estos incidentes puedan repetirse en las sedes mundialistas. H