Peter Sagan entró ayer en la historia de los Mundiales y del ciclismo en general al encadenar en la localidad noruega de Bergen su tercer maillot arco iris consecutivo, tras los obtenidos en Richmond (2015) y Doha (2016).

El eslovaco se une así a los grandes campeones que suman tres oros en la prueba en línea de los mundiales, el italiano Alfredo Binda, los belgas Rik van Steenbergen y Eddy Merckx, y el español Óscar Freire, pero Sagan cuenta con la particularidad de que los ha logrado todos seguidos, lo que hace que su hazaña en esta prueba sea única.

La carrera se decidió en la última vuelta, en la que atacaron en Salmon Hill el francés Julian Alaphilippe y el italiano Gianni Moscon, pero fueron cazados en la parte final y las medallas se decidieron al esprint. Kristoff lanzó la llegada, Sagan le remontó y cuando parecía que el eslovaco lo tenía hecho Kristoff hizo un último esfuerzo que casi le vale el oro. Pero no, Sagan aguantó unos centímetros de ventaja para entrar en la historia como el mejor corredor de los Mundiales en la prueba de ruta.

Acompañaron en el podio al vencedor el noruego Alexandre Kristoff, que llenó de alegría a la multitud que presenció la carrera en vivo, y el australiano Michael Matthews, plata en Richmond 2015 y que era otro de los grandes candidatos al triunfo.

Los españoles no estuvieron a su mejor nivel y el primero en la competición fue Jonathan Castroviejo, que superó la línea de meta en la 32ª posición a poco más de un minuto de Sagan.