Bruno Soriano no pudo desvelar ayer mucho más de lo que ya se sabía de su larga convalecencia que le ha mantenido apartado del fútbol en el último año y medio. El capitán sigue fuera por culpa de «una molestia en el tendón rotuliano» que le impide «avanzar». Su silencio de los últimos meses estaba justificado. «No quería salir cada cierto tiempo a dar explicaciones; mi intención era hacerlo cuando estuviera cerca de reaparecer, para evitar frustrarme a mí mismo y a los aficionados», explicó el jugador de Artana, que ha decidido no ponerse ningún plazo: «Debían ser tres meses, pero fueron cuatro, cinco, seis, siete... Me quité de la cabeza ponerme fechas; era absurdo si después no se cumplían».

A pesar del cúmulo de complicaciones, a Bruno nunca se le ha pasado por la cabeza «tirar la toalla». No puede hacerlo teniendo al lado a dos ejemplos de superación como Cazorla y Asenjo. Sobre todo el primero, que rozó los dos años de inactividad y ahora es una de las pocas notas positivas que está dejando el Submarino. «Es el espejo en el que me miro y siento su apoyo y cariño día a día», recalca Bruno Soriano, que espera emular al asturiano cuanto antes mejor. «Él ha salido de una pesadilla de la que yo también quiero salir», argumenta.

El día a día de Bruno se limita prácticamente a esa rodilla izquierda que le está haciendo vivir un auténtico «calvario» que incluso le provocó «pesadillas» que ahora empieza a olvidar gracias al apoyo de su entorno. «Mi familia, mi novia, amigos, compañeros y gente del club como José Manuel [Llaneza], Fernando [Roig Negueroles] y el presi siguen apoyándome y animándome. Roig siempre me ha dicho que se hará lo que sea necesario para que vuelva a jugar. Me da confianza para seguir luchando». «Sueño en el día en el que pueda volver a ponerme la camiseta del Villarreal, salir al campo, encontrarme con la afición, ganar un partido, descansar... No pido nada más».