El "malentendido" con que todos los protagonistas salieron al paso era una excusa para salir del paso, un puro subterfugio que quedaba desmentido al instante por la expresividad de las imágenes. Y si era necesaria una confirmación de que la negativa de Kepa a salir del campo en la final del domingo ante el Manchester City fue una insubordinación, no tardó en llegar: a la primera oportunidad, Maurizio Sarri sentó al exportero del Athletic en el banquillo.

Wifredo Willy Caballero fue el meta titular del Chelsea en el importante derbi de Londres ante el Tottenham. Era el primer encuentro que disputaba en la Premier, competición en la que ha sido suplente toda la temporada. Las anteriores cinco apariciones del veterano portero argentino (37 años) fueron en la Carabao Cup (Derby), dos en la Liga Europa (Vidi y Malmoe) y dos en la Copa (Nottingham Forest y Sheffield Wednesday).

La elección de Caballero no tuvo otra lectura que la determinación de Sarri de reimponer su desoída autoridad, violada a ojos de todo el planeta, cuando quiso sustituir a Kepa por Caballero a tres minutos del final de la prórroga de la final de la Carabao Cup ante el City. La opinión pública inglesa se alineó al lado del entrenador, protagonista de un ridículo planetario por la negativa del meta a abandonar el césped.

El joven meta de Ondarroa se quejó de molestias musculares en una de sus últimas intervenciones. Sarri quiso sustituirle por dos motivos: por la evidencia física, que requirió la intervención de los fisioterapeutas y por el factor psicológico de recurrir a Caballero en los penaltis ante los que fueron sus compañeros durante tres temporadas (2014-17) en el Manchester City. Pero la sustitución no pudo efectuarse. El City ganó la final (0-0) en la tanda de penaltis (4-3), en la que Kepa detuvo uno.