Los cinco detenidos por el caso Eldense pasaron ayer a disposición judicial y quedaron en libertad pero con restricciones, manteniendo la condición de investigados por los delitos de corrupción entre particulares y organización criminal. Son tres españoles, el técnico Fran Ruiz y los jugadores Nico Cháfer y Maiki Fernández; y los dos italianos, el técnico Filippo di Pierro y Nobile Capuani, cabeza visible del grupo inversor transalpino que gestionaba la parte deportiva del club. El caso sigue bajo secreto de sumario, por lo que todos guardaron silencio ante el juez, antes de saber qué pruebas tiene la policía.

Poco a poco van conociéndose más detalles de un asunto que ha trascendido al ámbito mundial. El italiano Alessandro Zanier, desde que llegó en enero, lleva encajados 37 goles en 10 partidos, incluyendo los 12 del Mini Estadi. Su perenne titularidad no parece que tenga que ver con las apuestas, pero sí con el dinero. Su familia es propietaria de una empresa de Udine que hace pasta. En Elda creen que los Zanier son casi los únicos que realmente han puesto algo de dinero en ese rimbombante fondo de inversión que se hizo en enero con el control deportivo del club. Por eso convenía tenerlos contentos y que Alessandro jugara siempre.

De hecho, la nómina de febrero (la última pagada hasta ahora) se hizo justo después de que Marco Zanier, su padre, viajara a Elda. A los gestores se les había acabado el dinero y habían dejado de pagar las facturas del restaurante donde comían las decenas de futbolistas que habían traído en el mercado de invierno. De las ligas más insospechadas unos, con un ínfimo nivel la mayoría. También se sospecha que hubo quien pagó por entrenarse con el equipo.

Sin las dietas pagadas, las cajas llenas de espaguetis y espirales que el señor Zanier llevó al estadio, para los compañeros de su hijo, volaron rápidamente. El secreto siempre está en la pasta.

La jugada

El sueldo medio de un jugador del Eldense es de mil euros al mes. La posibilidad de que el Barcelona B ganara por 8-0 al descanso en el partido que les enfrentó el sábado se pagaba a unos 400 euros por euro apostado. Es decir: invirtiendo unos 100, se podían ganar 40.000. Parece que el 12-0 solo fue la guinda.

Solo con esas cifras se entiende que haya jugadores que puedan arriesgar una prometedora carrera. Sería, si se demuestra su implicación, el caso de Michael Wayne Fernández, Maiki. Pasó por la escuela del Real Madrid e hizo una prueba en La Masia. Fichó por el Valencia en 2012 y, poco después, debutó en las categorías inferiores de la selección española.

Sus lágrimas en el Mini Estadi le convirtieron en uno de los pocos referentes para la desencantada afición eldense. «Llora ahora, sinvergüenza», le gritaban ayer al entrar en el juzgado. Durante estos días, él ha mantenido firmemente su inocencia. Desde su entorno, ven muy difícil que haya arriesgado así una carrera que, con 20 años, tenía o tiene mucho recorrido. Solo les hace dudar las mareantes cifras de las que se están hablando. Siempre la pasta.