Para sentir emociones fuertes la gente hace cosas muy caras y muy raras. Para sentir emociones fuertes solo se necesita ser miope y no llevar lentillas ni gafas. A veces me llaman de lejos, en la calle, y no sé si quieren saludarme o pegarme. Me ocurrió la otra noche junto al portal, al llegar a casa. Por si acaso abrí rápido y corrí hasta el ascensor sin girarme. Creo que me pasa por ser de un equipo que suele perder. Ante la duda me pongo en lo peor siempre.

A una de mis aficiones favoritas, en esto del fútbol, la llamo sembrar la semilla. El funcionamiento es tan simple como efectivo. Sirve para cualquier edad, lugar y circunstancia, sirve para toda la vida. Basta con acercarte a una conversación ajena, soltar una frase que invite a la polémica y escabullirte mientras los otros discuten. Siembras la semilla, tomas distancia y observas cómo la planta germina. En los mejores casos recomiendo comprar palomitas.

Como ya no salgo a cenar con nadie, ni a beber con nadie ni a interactuar con nadie, el periódico es ahora el mejor hábitat para sembrar la semilla. En la redacción me siento al lado de los de maquetación, un sitio que tiene grandes ventajas, como poder pedir clandestinamente que te ajusten titulares imposibles, un privilegio que en un momento dado es la mayor maravilla. La otra tarde Pere y Fede estaban hablando sobre youtubers, impuestos y Andorra, y yo escuchaba su consenso al respecto a apenas dos metros de distancia. Decidí entonces sembrar la semilla. Me acerqué con estudiado sigilo, pregunté al aire qué les parecía la sanción a Messi y reculé con discreción mientras empezaba la discrepancia.

No falla. Un poco de maldad y un poco de risas. Sembrar la semilla.

Picotear la miga de pan

Un aspecto importante de sembrar la semilla es permanecer al margen de la disputa. Por eso conviene lanzar temas que ni te van ni te vienen y que te dan un poco igual como nos pasa en general, cuando es viernes por la tarde, con la vida.

Cuando tú eres el que siembra, entiendes de una manera diáfana el funcionamiento de la semilla, pero cuando te siembran a ti es más complicado acertar con la perspectiva. A menudo tengo la sensación de atravesar la actualidad como si fuera una paloma que acude a picotear cada miga de pan que le tiran, desperdiciando la energía en conflictos que no se necesitan, con la impresión de que la verdad y lo sustancial juegan en otra Liga. No ocurre solo con el fútbol y con nuestros equipos, pero es algo que se ve bastante claro con el fútbol y con nuestros equipos. Somos fruta de temporada y en cada tramo del año, desde arriba, nos van cambiando las semillas. Hay momentos para los árbitros y sus polémicas, para los movimientos de fichajes y las prisas, para las cuitas del palco, para los líos con el entrenador, para los cambios en el once, para las plagas de lesiones y las finalísimas. Es previsible y tosco, es súper infantil, pero no importa. Somos muy fáciles para las semillas.

Esas personas que no sabes muy bien de qué trabajan, pero trabajan, esas personas tienen los mejores trabajos. Intuyo que son las que siembran el mundo con grandes semillas.