Sergio García ha tenido que esperar 18 años para tocar el cielo con las manos. El Masters de Augusta 2017 marca desde ayer el punto álgido de una carrera en el profesionalismo que arrancó en 1999, a los 19 años, solo dos después de deslumbrar a todo el mundo en su primera incursión en la élite, el triunfo en el Cataluña Open que demostró que el campo amateur se le quedaba pequeño a un imberbe pecoso que despertaba admiración en todos los campos de España en los que hacía acto de aparición.

Sergio estaba predestinado al éxito. Con apenas tres años empezó a coger los palos bajo la tutela de su padre, Víctor —profesor del Club de Campo del Mediterráneo—, y la atenta mirada de su madre, Consuelo, que no tardaron en percibir que su vástago —el mediano de una saga que se completa con Víctor, su hermano mayor, y Mar, la pequeña, también con un talento innato para el golf— tenía madera de campeón. Apenas una década más tarde, esa sospecha se convirtió en una firme convicción.

El salto a EEUU

En 1999 cruzó el Atlántico para darse a conocer en EEUU, donde Sergio nunca ha dejado de ser El Niño. Allí, ese año, alzó el trofeo del Masters Júnior, coincidiendo con el último triunfo en Augusta de José María Olazábal, y estuvo a punto de dar la campanada en el Abierto de la PGA, donde mantuvo un duelo con el ídolo local, Tiger Woods, el único que le pudo superar. Fue su primer subcampeonato de los cuatro que suma en majors —otro en el PGA del 2008, junto a los de los British Open de 2007 y 2014— y que provocaron que hasta este pasado fin de semana el borriolense llevara detrás la etiqueta de mejor jugador en activo sin uno de los grandes torneos en su palmarés, sambenito que se quitó en su 19º Masters en el Augusta National y su 74º torneo de Grand Slam en 18 temporadas.

El firme paso hacia el profesionalismo no tardó en ver aparejados los triunfos. Irlanda y Alemania en Europa; después llegarían el Buick Classic y el Colonial, ya en el circuito americano, en el que Sergio ha obtenido diez victorias sumando la última en Augusta, la más importante y que releva a la del 2008 en el The Players Championship, considerado el quinto grande.

2003, un año clave

La mayoría de los títulos profesionales de Sergio García llegaron después del 2003, un año clave en su carrera. Fue entonces cuando decidió cambiar su estilo de golpear la bola (swing), a partir de entonces más técnico y menos dependiente de su potencia. Tras unos meses de transición, los resultados empezaron a darle la razón.

La cosecha de Sergio está en 29 entorchados profesionales, una decena de ellos en el prestigioso circuito estadounidense de la PGA. Los otros 19 se reparten por el resto del planeta, incluidos los dos que ganó en casa, en La Coma, sede del ya desaparecido Castelló Masters que vio la victoria del borriolense en los años 2008 y 2011.

Además, Sergio ha contribuido a cinco victorias del continente europeo en la Ryder Cup (2002, 2004, 2006, 2012 y 2014), en las que compartió equipo con los Severiano, Olazábal, Jiménez... con los que a lo largo de los años ha compartido más amistad que rivalidad por el número uno del golf español.

Y la historia se repite con las nuevas generaciones. «Si ya era mi ídolo, ahora mucho más», apunta Jon Rahm, el nuevo talento español de 22 años que se mira en el espejo de Sergio.