La lesión de Bruno Soriano en el Camp Nou generó una nebulosa de pesimismo en el entorno del Villarreal. ¿Exagerada? Posiblemente no, porque el equipo había perdido a una parte importante de su alma y de su corazón. El brujo de Artana es para el Villarreal como Messi o Ronaldo para el Barcelona o el Madrid. Marcelino solo lloró en la rueda de prensa posterior al partido de Copa contra el Barcelona. Luego se puso a trabajar y le echó valentía, como hacen los auténticos entrenadores de club. Meticuloso, apasionado de su trabajo hasta aburrir, exigente con sus colaboradores y conocedor de todo lo que se cuece en la cantera, pensó que necesitaba un nuevo Bruno y fue a buscarlo al lugar donde había nacido el 21: la Ciudad Deportiva de Miralcamp. Su hombre era Sergio Marcos y ya lo conocía de pretemporada. Decidió darle el mando del Villarreal 4G en Vallecas y el domingo en el Madrigal ante el Eibar. El chaval fue de lo más destacado de la derrota ante el Rayo Vallecano y ante el Eibar fue el MVP del partido.

Ha caído de pie en el vestuario. Su perfil de chico callado y aparentemente apocado no se corresponden con la gran agilidad mental que exhibe para mover el balón o visionar el pase más fácil. Desplaza la pelota como quiere con su pierna izquierda y posee un buen tiro a puerta. Táctica y técnicamente está dotado de todo lo que un entrenador quiere para un mediocentro.

Sergio Asenjo ha sido uno de sus padrinos en la caseta. Ya coincidió con él en el Atlético de Madrid, donde el chico hizo algún pinito con el primer equipo en sesiones de entrenamiento. Y ahora Marcelino le ha dado la alternativa en Primera División.

Sergio Marcos no logrará que el Madrigal se olvide de Bruno, un mediocentro top del planeta fútbol, pero sí lleva camino de que nos acordemos un poco menos de él. Sus compañeros dicen de Sergio que es una esponja, que absorbe todo lo que se le enseña. Si Marcelino hubiera buscado un relevo para Bruno fuera, no habría encontrado uno mejor. H