Un Sevilla en horas bajas aterrizará el domingo (18.30 horas) en el Estadio de la Cerámica, previa parada intersemanal en Roma (el jueves visita a la Lazio en la Europa League). Lo hará sin su pulmón en la medular, pues Banega fue expulsado ayer y deberá descansar en Liga. El equipo de Machín no carbura, sobre todo a domicilio, donde desde el 1-3 al Eibar en la séptima jornada de Liga no conoce la victoria (ocho duelos como visitante con un balance de cuatro derrotas y otros tantos empates). Las cosas no van mejor en el Pizjuán, donde el aliento de la grada fue ayer determinante para que los andaluces rescataran un punto cuando el equipo de Mendilibar acariciaba los tres. Un empate para maquillar la línea descendente de un Sevilla que durante el primer tercio de la competición peleó de tú a tú con el Barça y el Atlético por el liderato y ahora siente el aliento del Getafe en la pugna por la puesto Champions.

Los andaluces lo tenían todo perdido en el minuto 87, con 0-2 en contra, el árbitro anulando el 0-3 al Eibar (nunca ha ganado en Nervión) y un jugador menos por la expulsión de Banega. Y con una grada muy enfadada con lo que estaba viendo. Pero a esa afición le basta con muy poco para empujar y en cuanto Ben Yedder acortó distancias, puso el resto para que el Sevilla creyese en la heroica, y Pablo Sarabia lo interpretó con el 2-2 definitivo.

«Me quedo con el lema de que este equipo nunca se rinde», destacó Machín. «No hay que negar que no ha sido nuestro mejor partido y que llevamos muchos acumulados», dijo el míster.