Es un clamor unánime en el 'paddock' del Mundial. «Ha sido el piloto más cool de todos los tiempos, siempre rodeado de mujeres», afirma entre risas Valentino Rossi, sintiéndose su heredero. «Todo un personaje. Y ligaba un montón», comenta Dani Pedrosa, con algo de picardía. «Se divertía corriendo y le importaba un bledo lo que dijeran de él», añade Jorge Lorenzo, con un puntito de rebeldía. «Era diferente, ¿verdad? ¿Este no fue quien se hizo un agujerito en el casco para fumar en la parrilla? ¡Qué grande!», dice Marc Márquez.

«Fue un piloto innovador, que siempre llevaba una chica espectacular a su lado», recuerda Jorge Martínez Aspar.. «Por su genio, personalidad, carisma, talento, ¡ojos azules!, éxitos y gracia, con la TV de ahora, sería el puto amo», confirma Ángel Nieto. «Tenía magnetismo, imán, la gente le adoraba», dice Randy Mamola.«Tenía todo eso, sí, pero era un pilotazo que se jugó la vida para que la Suzuki corriera», apunta el gran Giacomo Agostini.

LOS BECKHAM

«Era, es, el David Beckham de la motos y Stephanie, su glamurosa esposa, no tenía nada, nada, que envidiar a Victoria Beckham», sentencia el veterano y prestigioso periodista inglés Nick Harris, autor con Steve Parrish de la biografia 'Barry'. Sheene, de apellido.

Estamos en Silverstone, una de las cunas del mundo del motor. Hace 15 días el divertido y singular piloto inglés Cal Crutchlow (Honda) rompió 35 años de sequía de Inglaterra en lo más alto del podio de la categoría reina. El gran Sheene fue el último en ganar (Suecia-1981).

Inglaterra y el Mundial ha decidido recordar al mítico nº 7,invitando a un montón de excampeones y haciendo que este sea el GP de Sheene, el ídolo, la Leyenda con mayúsculas, bicampeón de 500cc con Suzuki (1976 y 1977). Sheene fue el primero que tuvo club de fans, el primero que se dibujó una mascota, el Pato Donald en su casco, el Georges Best de las motos, el James Hunt de las dos ruedas, el hombre de las 52 fracturas, el paciente que se negó a tratarse con quimio y murió de cáncer de esófago, en marzo de 2003, en un hospital de Gold Coast (Australia).

Sheene, el conquistador, acabó domesticado por la top model Stephanie McLean después de que uno de sus amores, la periodista Tina Brown, asegurase: «Barry es el tipo de chico que tu madre odia de entrada pero que, al final, se vuelve loca por coserle los calzoncillos». Ese rebelde, y no otro, fue el que, según Nick Harris, «revolucionó el mundo de las motos, haciendo que pasasen de la última página de todos los diarios ingleses, a la portada».

ALGUIEN A QUIEN QUERER

Sobre el asfalto se coronó acabando con el reinado de Ago y precediendo al triple de Kenny Roberts. «Barry era un tipo muy fácil de querer, era muy sencillo enamorarte de él, tenía chispa, era diferente», cuenta el Marciano. Los duelos con Roberts fueron históricos, descarnados, feroces, pero siempre acababan compartiendo una cerveza y reflexionando sobre las travesuras que se habían hecho el uno al otro en la pista. Tal vez por eso, por ese buen rollo, Freddie, el hijo del 7, se montó ayer en la carismática Yamaha OW48R de Roberts.

Para lograr sus dos títulos, Sheene estuvo a punto de matarse, como poco, dos veces. La primera, en 1975, al estallarle el neumático trasero en Daytona a 273 km/h. Barry voló por los aires: 18 huesos rotos, un lecho de escayola durante meses y 28 clavos en piernas, brazos y clavícula. «Si hubiese sido un caballo, me hubieran sacrificado allí mismo» , dijo Sheene. Y la segunda, precisamente aquí, en Silverstone, cuando, a 270 kms/h., no pudo driblar los restos de una moto que cayó delante suyo.

«Era un adelantado a su tiempo. Hacía todo lo que hace Vale, pero 40 años antes. Si viviese, sería el Pelé de las motos», explica Mamola, cuatro veces subcampeón del mundo. «Me harté de ver sus vídeos porque siempre me ha parecido un piloto alegre, vistoso, agresivo», añade Rossi. «Con una panda de amigos inseparables como tengo yo. No, no le he imitado, simplemente esa es la vida que perseguimos todos: divertirnos haciendo de nuestra profesión un placer».

CARTONES DE DUCADOS

Aspar coincide con Rossi. «Yo lo conocí en Yugoslavia en el 82, cuando empecé de la mano de Ricardo [Tormo]. Sabía que fumaba y le lleve dos cartones de Ducados. Barry ni sabía quién era, pero cuando se los regalé, quiso pagármelos y le dije: 'Te los regalo si me dejas subirme a tu Suzuki'. Me llevó al box y me subi cinco minutos en su moto. ¡Qué placer! Nos hicimos grandes amigos».

El nº 7 no era cualquier número. Si los números se hacen eternos es porque sus dueños lo son. Sheene, el niño que cautivó a don Paco Bultó cuando lo llevó de paquete un verano de los 60 en una Bultaco de 125cc estando con papá Frank de vacaciones en Comarruga, fue el primero en desgastar el mono de cuero en las curvas, el primero en sacar codos y piernas, el primero en casi todo.

VIVIR MUY INTENSAMENTE

Nadie antes de Sheene, condecorado en 1978 con la Orden del Imperio Británico, se atrevió a llegar a los circuitos en Rolls Royce, en su avioneta o helicóptero privado tras abandonar su mansión en Charlewoon. Nadie amó la moto, las carreras, el riesgo, la velocidad como Sheene. Nadie. Porque nadie sobrevivió a 33 fracturas en 16 años de carreras como él, el mito, el primer icono.

Y ayer, en la parrilla de Silverstone, entre tantos y tantos campeones y míticos pilotos que recordaban al gran Sheene, estaba, cómo no, el ganador Crutchlow. «Ya ve, Barry sigue siendo una leyenda, la Leyenda. Y los hay que me preguntan si soy el nuevo Sheene. ¡Están locos! ¡No! Yo solo he ganado un gran premio y Barry, 23 y dos títulos mundiales de 500cc. Para mí, ser mencionado en la misma frase que él ya es un honor».

«Era maravilloso», dijo su amigo Damon Hill, excampeón mundial de F-1. «Vivió más en 52 años que cualquiera de nosotros en 100».