El fútbol regresa a Castalia, prácticamente un mes después. Lo hace con un Castellón-Ontinyent crucial, importantísimo, por mucho que, de puertas para afuera del vestuario que dirige Óscar Cano (unas puertas que continúan abiertas para más entradas y salidas), traten de quitar trascendencia. La mejoría demostrada con la llegada del granadino, plasmada en el triunfo frente al Conquense con el que despidió el 2018 y los dos meritorios empates en las visitas al Barcelona B y Atlético Baleares, de poco servirá si el equipo de los Enrique José Sampedro, Álex Felip y Javi Zarzo no regresa de vacío a la Vall d’Albaida (17.15 horas, À Punt).

Ha sido la semana de la junta de accionistas, que ha marcado un punto y seguido en el gobierno de la entidad. Ha sido también la semana de un nuevo capítulo en la reconfiguración del Castellón, con la llegada de César Díaz y la salida de Alfredo Máyor, que ha terminado por cambiar de arriba a abajo la delantera, en la que solo sobrevive David Cubillas (a Hicham Khaloua, ni está ni se le espera)... y eso que estuvo cerca de marcharse en agosto.

DOS ALTAS Y DOS BAJAS // Por lo demás, Cano, que tendrá que delegar de nuevo en Elías Martí la dirección del equipo desde el banquillo (termina de cumplir su castigo), recupera tanto a Carlos Delgado como Rafa Gálvez, suspendidos en Son Malferit. Dos que vuelven y dos que caen: Ramón Verdú fue expulsado en el descuento y Kilian Morante sufre una ligera rotura muscular. Dos ausencias que afectan al carril izquierdo, lo que añade más incertidumbre al once y al sistema con el que salgan a Castalia, que en el minuto 5 de la segunda parte homenajeará a Eliseo Ramos.

Tomando como referencia aquel Castellón naciente de la noche del Conquense, Cano podría salir con tres centrales, ahora que, por vez primera en semanas, dispone de los tres, lo que podría liberar a Marc Castells, para que volviese al centro del campo. Claro que, como sucedió en los albores del campeonato, Eneko Satrústegui puede escorarse a la izquierda, con lo que el de Sueca actuaría unos metros más atrás.

Otras soluciones pasan por que Joseba Muguruza y Óscar Fernández se repartan los carriles; menos probable es que Cano le dé la alternativa ya a Samu Adeniran.

Lo que admite poca discusión, de lo que más nítido está en la alineación, es el triángulo ofensivo formado por Rubén Ramos, cuya actuación en Palma fue muy halagüeña, con David Cubillas y Jairo Cárcaba en punta.

Esta jornada, la segunda de la segunda vuelta que comenzó ayer con un duelo entre rivales directos (Mestalla y Teruel empataron: 1-1), debe ratificar ese punto de inflexión. No en vano, el Ontinyent está llamado a estar en la guerra por la permanencia: ocupa puesto de play-out. Si el Castellón gana, antes de visitar al todopoderoso Villarreal B, estará muy bien; y si además lo hace por más de un gol (por aquello del golaveraje particular, tras el 2-1 en El Clariano), ya sería perfecto.