En el deporte actual parece que solo cuenta la victoria. Que si no sumas los tres puntos no has competido bien o no tienes nivel para seguir compitiendo. Todavía más exagerada es esta situación en el mundo del fútbol, donde el afán de protagonismo y querer llegar a ser una estrella para actuar como ellas es cada vez más evidente entre los jóvenes. Sin embargo, dicho contexto actual no está en consonancia con lo que debería transmitir un fenómeno deportivo que sigue tanta gente en todos los rincones del mundo.

Esta lacra que arrastra el entorno del deporte es todavía más grave en el fútbol base, donde es raro el fin de semana en el que no hay algún numerito del padre de turno con otros padres, el árbitro o su propio hijo en las inmediaciones de un campo de fútbol cualquiera. Y todo por querer ganar. Por marcar más goles que el equipo rival y creer que sus hijos van a ganar millones de euros si hacen caso a sus inmejorables consejos. Pero por suerte, no todo el mundo sigue el mismo patrón.

Un equipo único

Un ejemplo de ello es el alevín femenino del Burriana Recosan, único equipo de fútbol sala de la provincia que compite en una liga masculina, al que no le importa salir goleado cada fin de semana. Su objetivo es el que debería ser para el resto de clubs en edades infantiles, independientemente de la modalidad que practican: hacer deporte y disfrutar de un proceso de aprendizaje rodeado de amigos. Este ejemplar grupo de 13 niñas tiene un lema por bandera: «Si marcamos un gol, ganamos el partido», según explica su entrenador David Rosado.

En este sentido, las jóvenes jugadoras son un ejemplo de deportividad: no fallan a una sola sesión de entrenamiento, sin importar el resultado cosechado en el fin de semana anterior, cuando en otros casos similares se experimenta una evidente falta de regularidad si no se consiguen los objetivos propuestos.

Y es que hay que tener una gran entereza y concentración para no caer en la moda que comparten la mayoría de los niños de su edad. No en vano, en las 15 jornadas que han jugado, han recibido 214 goles y no han sumado ningún punto. Pero son «las únicas que han ganado siempre», en palabras de David.

Un aprendizaje

«Hemos sido capaces de anotar 16 goles en 15 partidos. No nos importa si recibimos 4 o 8, no es lo realmente importante, eso se lo dejamos a otros. Afrontamos cada encuentro como una oportunidad de aprender y pasarlo bien, eso es lo que transmitimos al equipo. En estas edades hay que divertirse, no ganar o empatar», explica el técnico.

Un modelo de aprendizaje del que deberían tomar ejemplo la gran mayoría de entidades deportivas, no solo en el mundo del fútbol sala, a la hora de formar jugadores. Porque antes que deportistas son niños. Y la juventud solo se vive una vez, qué menos que disfrutarla y crecer con valores.