Si alguien creía que Chris Froome venía a la Vuelta para hacer turismo por España, solo tuvo que esperar casi 28 kilómetros de la contrarreloj por equipos inaugural para comprobar que el ganador del Tour va muy en serio y que su escuadra es la mejor de la ronda española, aunque solo fuera por unas pocas milésimas, las que le sirvieron al Sky para arrebatarle el jersey rojo de líder a Valverde y su Movistar.

Si alguien creía que por una vez Alberto Contador tendría suerte en la primera etapa de una gran ronda y que llegaba a la Vuelta rodeado de un bloque compacto, también solo debió esperar los casi 28 kilómetros de la contrarreloj por equipos para darse cuenta de dos cosas: el madrileño deberá pelear en esta Vuelta que vivirá tres etapas consecutivas en la provincia de Castellón solo, o casi solo, contra todos y deberá contrarrestar los 52 segundos que se dejó con Froome, con Nairo Quintana y con Valverde.

Galicia, Ourense, tendrá un paisaje maravilloso, con un Miño que casi parece el Amazonas y viñedos de Ribeiro, blanco y fresco, por todos lados, pero ni una recta llana, solo repechos, donde en bici era necesario cambiar de ritmo constantemente y ser máquinas humanas para rodar a más de 54 kilómetros por hora.

Si Froome tuvo un Sky magnífico en el Tour, el bloque que le quitó de cualquier apuro (aunque fueron pocos), los compañeros que se ha traído a la Vuelta, entre ellos su compatriota Peter Kennaugh, primer líder de la Vuelta (porque fue el primero de los chicos de Froome que cruzó la línea de llegada), no andan cojos; ni mucho menos.

Hoy se disputa la segunda etapa, entre Ourense y Baiona, de 160,8 kilómetros. H