Denis Suárez bajó el balón del cielo para llevar al Madrigal al éxtasis y a la locura colectiva. Lo controló con tanto talento como pasión destilaba la grada, miró a un lado y se lo dejo a pie de portería a Adrián López... Y al Madrigal se le encogió el corazón. Muchos cerraron los ojos y cuando los abrieron llegó el éxtasis. Era el gol de la fe, el premio a un equipo que siempre pelea los partidos hasta el último suspiro. Y el sufrimiento continuará en Anfield... Pero este Villarreal hace tiempo que puso su punto de mira en Basilea y nadie, nadie le va dejar sin su final. Sí se puede, sí se puede. La fe mueve montañas y ayer en el Madrigal todos rindieron culto a una pasión, a un sentimiento, a una religión llamada Villarreal. Ganó el mejor, quien más lo mereció, quien más creyó en la victoria...

Sí, ganó el Villarreal. Basilea está a 90 minutos. Más cerca. Pero a nuestros corazones aún les queda el último sacrificio, la última prueba, el test definitivo. ¿Quién dijo que iba a ser fácil? ¿Y quién dijo que era imposible? Penúltima parada en Anfield.

Igualdad y respeto máximo. Marcelino y Jürgen Klopp cocinaron un partido a fuego lento. Un choque eminentemente táctico entre dos números uno de los banquillos. Ambos eran conscientes de que la eliminatoria duraba 180 minutos y para sellar el pasaporte a Basilea no había que asumir riesgos ni planteamientos locos. El ejemplo de las dos semifinales de Champions era una buena clase práctica de cómo afrontar el primer partido. Cabeza fría y corazón caliente, pero sobre todo fidelidad absoluta a la genética del ADN de este Villarreal, en el que la gran figura, durante toda la temporada, ha sido el equipo, que es la palabra que mejor define a este grupo que tiene entre manos Marcelino.

‘FÓRMULA’ JONATHAN // La apuesta del técnico amarillo fue coherente con sus principios. Los mejores resultados del Villarreal han llegado con la fórmula Jonathan en el centro del campo, escorado a la derecha. Sí, esta idea supone un sacrificio de una banda en ataque, pero aporta una eficacia defensiva que le ha dado un gran número de puntos al Villarreal con muchos ceros en contra y exprimiendo el monogol. Sergio Asenjo continuó en la portería y Pina reforzó la fortaleza defensiva. El Liverpool, más de lo mismo. Klopp alineó un solo punta (Roberto Firmino), con un concepto de ataque ideado para buscar la llegada al área con las incorporaciones de los hombres de la segunda línea como Millner, Lallana o Philippe Coutinho, aunque el brasileño dejó muy pocos destellos de su calidad.

El Liverpool lo tuvo muy claro desde el inicio. Asfixió a Denis Suárez con un constante dos contra uno cuando el gallego tenía el balón y cerró las líneas de pase interior con una red de coberturas y asistencias de apoyo en la presión que no dejaban jugar al Villarreal. Pocos riesgos y victorias constantes en los pulsos de defensa sobre ataques. El Submarino no sufría lo más mínimo. De hecho, los reds solo tiraron una vez entre los tres palos en la primera parte en una incorporación desde atrás, con tiro final al cuerpo de Sergio Asenjo.

El control del partido era del Villarreal, pero los amarillos se movían en la penumbra cuando buscaban la portería de Mignolet. Las llegadas a tres cuartos de campo eran claras, pero faltó precisión en el último pase y también movimientos inteligentes en ataque. El recurso Bakambu, es decir el balón largo al congoleño, se convirtió en la propuesta cuando no se encontraba el hueco. En el juego exterior el Villarreal no estuvo ni eléctrico ni desequilibrante. Con todo, las únicas ocasiones reseña les fueron para Roberto Soldado y Tomás Pina. El Submarino fue mejor a los puntos. Los primeros 45 minutos tuvieron muy poco destacable en ataque.

Klopp sustituyó a su jugador con más talento en el descanso. Coutinho dejó su puesto a Ibe. La receta del partido continuaba siendo la misma. Fuego lento y espera al fallo del rival o a una genialidad. Nadie asumía riesgos. El cero en contra se consideraba un tesoro y los planteamientos de los dos equipos, con matices, eran similares. La igualdad llegó hasta a empatar en remates a los postes. Bakambu, en un saque de esquina con un cabezazo desde el primer palo a la madera, y Firmino con un tiro en carrera que tocó Asenjo y lamió el poste.

LOS ‘REDS’, HACIA ABAJO // El Liverpool perdía ese punto de intensidad que consiguió maniatar a un Villarreal tan persistente como paciente en la búsqueda de su objetivo. Nunca dejó buscar el gol. La cocción continuaba a fuego lento, hasta que Marcelino decidió darle más vivacidad a la llama con Samu Castillejo y Adrián López, que salieron del banquillo dispuestos a dar un punto más de desequilibrio al Submarino. Se ganó un punto y los red empezaron a dar muestras de cierta debilidad, aunque este Liverpool posee orgullo y categoría de grande. Cédric Bakambu dispuso de la mejor ocasión del partido con un pase de Mario, que iluminó una grieta en el área para que el congoleño disparara a quemarropa, dándole rosca al esférico para que se alejara de las manos del guardameta visitante, pero Mignolet echó mano de una de las vidas que todo buen portero --y el del Liverpool lo es-- siempre tiene.

SUSTO... Y ÉXTASIS // Pina se echaba la mano a la pierna pero... aguantó hasta el final. Un susto de muerte en una cabalga en solitario de Alberto Moreno, aprovechando un error de Denis Suárez que rectificó para molestar al red en el momento del disparo. El árbitro marcó tres minutos de descuento. Los corazones ya latían a su umbral máximo. Al límite. Hasta que Denis llevo al Madrigal al orgasmo, a la apoteosis...

¡Qué talento! Un lujo ver cómo templaba el balón que bajaba de las nubes, lo conducía y lo dejaba a pies de Adrián López... El resto es una imagen para la historia del Villarreal. Esa historia que ahora se escribe con V de victoria y con B de Basilea. Toca. H