El Villarreal dejó en la cuneta a uno de los grandes favoritos de la Europa League, en una eliminatoria que, la próxima temporada, podría repetirse en la Champions. Un golazo de Pina, una nueva demostración de poderío defensivo, un terrible desgaste físico y una nueva prueba de amor propio fueron las claves para lograr el pase a octavos con un 1-1 en Nápoles que hizo valer el gol de Denis Suárez en El Madrigal. En lo individual, enormes dos jugadores top como Areola y Musacchio, de lo mejor que hay en Europa en sus posiciones, sin olvidar a los gregarios de lujo Pina o Rukavina. En resumen, un gran rival que sabe sufrir. Hoy estará en el sorteo de Nyón.

El Nápoles fue a por todas. No especuló con el resultado y aunque introdujo varios cambios respecto a su once de gala, no se dejó en el banquillo sus mejores poderes en ataque, alineando a Higuaín, Mertens e Insigne. La puesta en escena del Submarino fue la habitual, con las líneas bien cosidas y abrigando a Areola. Marcelino alineó su mejor equipo, con los matices de Pina por Trigueros y Bakambu por Baptistao (también con Bruno y Jaume Costa, quienes sembraban dudas por unas molestias físicas).

LA OCASIÓN DE BAKAMBU // Los italianos presionaron muy arriba con sus tres puntas, con el 4-3-3 como dibujo de partida. El Villarreal salió metido en su trabajo, dejando pocos espacios y manteniendo un equilibrio absoluto en el campo, con las fuerzas igualadas. Bakambu tuvo el jaque mate en el minuto 13. Una acción parecida a la de cuatro días antes en el Calderón, pero aún más clara. Una asistencia de Soldado buscando el carril central hacia la portería de Reina dejaba al congoleño, que ganó bien la posición, solo ante el meta español con un par de segundos para acomodarse el tiro en un pulso en solitario con el portero del Nápoles, pero falló estrepitosamente en el remate. Una oportunidad de esas que son tan claras que no suelen fallarse en una competición como la Europa League. El Nápoles salvó los muebles. Momentáneamente.

A renglón seguido, los partenopeos aprovecharon un rechace y Hamsik conectó un duro tiro que se coló pegado al palo de Areola, pasando por debajo de las piernas de Víctor Ruiz. En solo cuatro minutos, la eliminatoria había dado un giro muy distinto.

El Villarreal no se descompuso y mantuvo su estructura de juego, pero aunque no pasaba por problemas para mantener al Nápoles controlado, sí que le costaba buscar a Reina y llegar ante él con peligro. Al Submarino le faltaban recursos y fútbol.

PIDIENDO EL DESCANSO // El equipo de Sarri echó muy atrás a los groguets, que jugaban con la línea defensiva pegada a su portería. Así, el partido entró en una fase en la que el Nápoles asumió riesgos y encontró más espacios abiertos porque el Submarino se descosió. Los amarillos pasaron en el tramo final del primer tiempo por sus peores momentos: un despeje de Musacchio que se estrelló en el poste y un tiro envenenado de Mertens que se marchó fuera por centímetros... El árbitro pitó el descanso y los de la Plana Baixa encontraron una botella de oxígeno. Se marcharon a vestuarios vivos y con tiempo para recomponerse.

OTRA PERSPECTIVA // El Submarino saltó totalmente rehecho y afrontó la segunda parte de forma diferente. Volvió a ser el equipo sólido y armado que apenas deja resquicios al rival. El Villarreal volvía a ser el Villarreal. Empezaba un nuevo partido. En el Madrigal fue un golazo de Denis Suárez el que rompió el partido y, en San Paolo, fue Pina quien cogió el relevo de la varita mágica. Su golazo fue de crack. Desde casi 25 metros, y escorado, sorprendió a Reina con un tiro parabólico que entró, probablemente empujado por San Pascual, quien le ganó la mano a San Paolo (min. 59).

El Submarino tenía que recibir dos goles para quedarse fuera. El Nápoles ya jugó con el reloj en contra y con la precipitación como mala aliada. Los amarillos sufrieron como es normal, con una presión insistente y Areola sacando dos balones envenenados de Mertens e Insigne.

Los minutos finales fueron de dominio del conjunto italiano, pero el Villarreal se dedicó a defender con intensidad y orden, con uñas y dientes, su ventaja. Pocos equipos defienden también como el de Marcelino. Los octavos esperan hoy en el bombo. H