Para Fran Escribá, el inicio de su etapa en el Villarreal no ha sido un camino de rosas. La precipitación de su incorporación unida al cúmulo de lesiones en el equipo se pagó con la eliminación de la Champions, uno de los grandes retos de esta temporada. A partir de ahí, todo parecía torcerse en el estreno del técnico valenciano. La decepción europea dio paso a la dificultad para encontrar el camino del gol en la Liga. Y las bajas seguían, sobre todo en la parcela ofensiva.

Pero Escribá ha perseverado. Ha ido madurando con urgencias pero concienzudamente su proyecto en el laboratorio de la Ciudad Deportiva. Y han llegado los resultados. Al titubeante comienzo de Liga ante el Granada siguió en empate sin goles ante el Sevilla que empezó a mejorar las perspectivas y, sobre todo, la confianza de la afición amarilla en el nuevo entrenador, que tuvo que luchar desde el primer momento con el recelo lógico de quien ha visto como se despedía a Marcelino, al guía que condujo al Submarino desde el infierno de la Segunda División a, ni más ni menos, una previa de Champions.

EN CRECIMIENTO // La victoria en Málaga liberó al equipo de la presión de conseguir el primer triunfo de la temporada, y el trabajado 2-1 contra la Real Sociedad, en la última presencia del equipo de Escribá en el Madrigal, ya contó con el beneplácito y el apoyo total de la grada, que se puso al lado del equipo en los momentos más complicados. El empate en Madrid ha sido el empujón definitivo para Escribá y su círculo de colaboradores, que dieron con la tecla adecuada para no salir escaldados del Bernabéu, sino más bien todo lo contrario, dado una imagen de solidez que se echó a faltar en el arranque oficial ante el Mónaco.

Lógicamente, la recuperación de futbolistas importantes como Jonathan dos Santos o Denis Cheryshev, o la aclimatación de Borré, ha dado más profundidad al fondo de armario y más opciones al técnico, que no se ha cerrado a un solo planteamiento táctico y ha sacrificado el 4-4-2 de cabecera en la última década por otros sistemas, dependiendo del rival y, sobre todo, de los efectivos disponibles en cada momento.

Contra el Real Madrid, Escribá se llevó todos los elogios por reforzar con cinco jugadores un centro del campo que dificultó enormemente las operaciones de las estrellas de Zidane. Fue una imagen de solidez, sin la que ningún equipo puede salir vivo del Bernabéu ante los arreones de los Cristiano Ronaldo, Bale, James y compañía.

Los amarillos salieron indemnes del coliseo madridista y reforzados por una situación que ni siquiera el todopoderoso Barça tiene en estos momentos: invictos en el torneo de la regularidad. Osasuna será la próxima prueba para el Submarino más sólido. H