La resaca de Praga pudo con el Villarreal. Los efectos de la euforia y la ilusión del próximo enfrentamiento contra el Liverpool se pagaron en el organismo de un Submarino muy desconectado mentalmente del partido de Vallecas y que mostró una fragilidad defensiva inusual. El Rayo sacó buen partido de todo y logró un triunfo que le acerca un pasito más a la permanencia en Primera División. El Villarreal sigue afianzado en su cuarta plaza, aunque ayer la ventaja con el quinto se recortó a seis puntos (con el coeficiente particular a favor) con el Athletic, siete con el Celta y 11 con el Sevilla. El colchón sigue siendo importante cuando restan 15 puntos en juego.

Lo más importante era que el partido ante el Sparta no pasará factura. Sobre todo, lograr el grado de motivación suficiente después de conseguir la clasificación para las semifinales y el glamur que despierta un cruce contra el Liverpool. Además quedaban los lógicos efectos de la concatenación de partidos y la alta exigencia de jugar entre semana. Y otro hándicap añadido fue el estado del terreno de juego, con la hierba muy alta y bastante irregular en algunas zonas.

La alineación presentaba caras nuevas y dos jugadores con dorsal de filial. Adrián Marín en el lateral izquierdo y la sorpresa de Alfonso Pedraza en el extremo izquierdo, con Jonathan dos Santos ejerciendo de relevo de Bruno Soriano. El Villarreal perdió un punto de control en la medular con respecto a otros encuentros, donde la presencia del Brujo de Artana le confiere un importante plus al equipo. En ataque, renovación absoluta con el dúo Leo Baptistao-Adrián López.

El Rayo, que se jugaba la permanencia, puso más leña al fuego. Ese toque de motivación extra decantó los primeros minutos de partido en favor de los locales. Bebé y Pablo le generaron muchos problemas a los dos laterales amarillos, algo inusual cuando de Súper Mario se trata. Con ese panorama, el 0-1 no tardó en llegar y a los siete minutos Javi Guerra, en boca de gol y recogiendo un rechace de Areola, dio un serio aviso a un Villarreal un tanto adormilado.

El despertar del Submarino se produjo poco a poco. La propuesta de los de Marcelino consistía en intentar tocar el balón y canalizar el juego desde atrás. La mejoría se tradujo en un jugada de tiralíneas, tanto en el pase de Jonathan dos Santos como en la finalización de Adrián López rematando de primeras con el interior y alojando el balón a un lado de la portería de Juan Carlos. Una obra de arte. Un gol espectacular.

El Villarreal fue ganando en control del partido, pero su intento de sincronizar un juego más armónico se estrelló en los baches y en la alta hierba de Vallecas, desencadenando en imprecisiones en la salida del balón. Solo Manu Trigueros parecía ajeno al irregular firme. Lo cierto es que el partido entró en una fase de máxima igualdad. El Submarino juntó más las líneas y ofreció una propuesta bastante más fiable, sufriendo muy poco, con Víctor Ruiz de comandante en jefe de la defensa amarilla.

El empate no se antojaba un resultado malo para ninguno de los dos equipos y el partido entró en una fase insípida y espesa, con el balón perdiendo el tiempo en el centro del campo y con muy escasas aproximaciones de peligro a las áreas. Al Villarreal le faltaba músculo en la medular, aunque Jonathan dos Santos cogía peso en el juego en la segunda parte, pero eso no era suficiente para darle más poso a un Submarino que ayer puso en escena una versión más ligth de lo habitual.

GOLPE INESPERADO // Y en el momento más aburrido del choque, llegó el gol de Miku, quien vulneró el espacio aéreo del Villarreal, más inofensivo de lo normal, y estableció un 2-1 que quizás nadie buscó con ahínco pero que el Rayo Vallecano se encontró en el camino de la salvación, más por la relajación mental de los amarillos que por los méritos propios de los de Vallecas. El Villarreal no fue ayer la fortaleza defensiva que le ha llevado a lo más alto. La resaca europea de Praga pasó factura, aunque la renta sigue siendo suficiente y da para que tardes aciagas como las de ayer se olviden rápidamente. H