Misión cumplida. El Villarreal llegó a un estadio (Balaídos), con ambiente de final, con una afición que creó un ambiente de presión para el rival y para el árbitro sabiendo que se trataba de la última oportunidad de reengancharse a la pelea por estar en la próxima Champions. Y los amarillos salieron indemnes del infierno vigués. El nivel de excelencia que este grupo que dirige Marcelino ha alcanzado en la contención tuvo un capítulo más en Vigo (0-0), de donde el Submarino se fue reforzado con su sexto encuentro de Liga consecutivo con la portería a cero, la 14ª jornada consecutiva sin perder y, lo más importante, manteniendo su comodísimo colchón en la cuarta plaza: nueve puntos sobre el Sevilla y 11 sobre su rival de anoche. Mucho con solo 11 partidos por delante. Y con el Real Madrid todavía a tiro para ir a por la matrícula. Buena pinta.

El Villarreal no entró nada cómodo al encuentro. El Celta, por necesidad, salió más convencido de lo que se jugaba era una final para ellos, una urgencia que también se notaba en una grada tensa y que apretó en cada balón dividido y en cada acción considerada desfavorable a los suyos.

BAKAMBU AVISA // Aun así, la contra del Submarino encontró algún resquicio para buscar la velocidad de su ataque. Bakambu aviso desde lejos a los cinco minutos para, posteriormente, desperdiciar la primera de las claras opciones que tuvo durante el primer acto. Sergio Álvarez respondió a un remate dentro del área del franco-congoleño.

El equipo gallego vio las orejas al lobo y reaccionó de inmediato para poner a los amarillos en los peores aprietos de la primera parte. Por suerte, la figura de Areola emergió con toda su fuerza cuando Guidetti le encaró, después de una asistencia de Orellana. Todavía con el primer susto en el cuerpo, Víctor Ruiz demostró su buena colocación salvando debajo de los palos un balón que amenazaba con colarse en la portería amarilla, en una jugada embarullada en el área. A renglón seguido, Trigueros rebañó providencialmente el esférico cuando Hugo Mallo ya armaba su pierna derecha ante el meta groguet.

ACTIVANDO EL FRENO // El Submarino necesitaba algo de pausa y, sobre todo, posesión. Los amarillos no daban más de tres pases seguidos frente a un Celta más agresivo. La ausencia de Bruno, reservado anoche por Marcelino, se dejaba notar en el césped. Pero la calidad de los hombres ofensivos del Villarreal siempre ofrece momentos puntuales de peligro para el rival. Lástima que Bakambu, de nuevo, no tuviese el acierto necesario para finalizar con éxito las dos últimas llegadas.

Con la sensación de que había dejado escapar afrontar con ventaja la segunda parte, el Villarreal se fue a los vestuarios con el trabajo hecho. El cero en su portería y sin permitir que el Celta se sintiera dominador de la situación.

La reanudación trajo un panorama diferente. Las consignas de Marcelino y Berizzo parecieron ir con todo a por los objetivos; el de los groguets, eliminar definitivamente al Celta de la pelea por la cuarta plaza, mientras que el de los locales era asentarse en zona europea y continuar manteniendo vivo el sueño Champions.

Todo ello derivó en un partido abierto, quizá demasiado para un Submarino que, tal vez, no necesitaba arriesgar tanto y para el que el empate también era un excelente resultado. En la ida y vuelta, el Celta se aproximó más al gol. A la hora de juego, Areola volvió a demostrar que es el portero más en forma de la Liga desviando un disparo con muchísima intención de Wass.

Viendo el peligro que acechaba, Marcelino decidió poner en escena a Bruno, esperando que el capitán pusiera el punto de cordura en el encuentro.

TODO BAJO CONTROL // El partido se calmó y el Villarreal volvió a esperar sus opciones al contraataque. Era el Celta el que debía arriesgar. La tremenda fortaleza de Bailly y la colocación de Víctor Ruiz fueron suficientes para contener los cada vez menos convencidos ataques locales.

El Villarreal sumó un nuevo punto de Champions en Balaídos. La máxima competición continental va perfilando, poco a poco, el esperado regreso del Submarino, reforzado cada jornada que pasa. Ya queda menos. H