El Espanyol inicia este domingo una nueva era con el estreno de Pablo Machín en el banquillo. Después del paso volcánico y fugaz de David Gallego, el cuadro blanquiazul se aferra a la ilusión que aporta el nuevo técnico.

No hubo fortuna en la elección del relevo de Rubi cuando éste se marchó al Betis y Gallego, que promocionaba desde el filial, duró solo ocho jornadas. Dejó al equipo penúltimo y perdió los cuatro partidos en Cornellà. Machín, que triunfó con el Girona pero fue despedido en el Sevilla, inicia su reto con una prueba ante el emergente Villarreal.

Después de encadenar cuatro fiascos en casa contra Sevilla, Granada, Real Sociedad y Valladolid (solo un gol a favor), los pericos se acercarán esta tarde al RCDE Stadium con el ánimo renovado. El mismo consenso que existió a favor de Gallego cuando éste tomó las riendas del equipo en junio, se produjo a la hora de desear su marcha. Era necesario un golpe de efecto y Machín pilotará ese cambio de rumbo.

La corta transición

El divorcio con la afición fue fundamental. El club, con Gallego, no tuvo la misma paciencia que con su antecesor cuando, la pasada campaña, llegó a sumar solo 3 puntos de 30. El Espanyol quedó desnudo pronto, evaporándose la tremenda ilusión por el retorno a Europa al cabo de 12 años. El Espanyol no tuvo personalidad en el comienzo de la temporada, incapaz, además, de encontrar alternativas viables a salidas tan traumáticas como las de Borja Iglesias (se fue al Betis) y Mario Hermoso (vendido al Atlético).

Gallego fue un recurso de emergencia, de la casa y barato, obligado a regenerar un equipo sin margen de error. Superó la fase previa de la Europa League, pero le condicionó toda la pretemporada. Además, jugadores como Darder o Melendo, esenciales para Rubi, se convirtieron en piezas marginales para Gallego.

Desde su primer entrenamiento, el miércoles de la semana pasada (9 de octubre), el técnico soriano ha trabajado al máximo con sus jugadores para introducir su filosofía, que comienza con un cambio de sistema, ese 5-3-2 o 3-5-2 que se escenifica en 3-4-2-1, si finalmente apuesta por un solo ariete, como hacía en Montilivi.

«Es necesaria una nueva dinámica, pero espero que poco a poco se pueda ver el Espanyol que todos los aficionados quieren», reflexionó ayer Machín, que dejó fuera de la lista a Melendo y Piatti, ambos con molestias.

«Tenemos que ser un equipo competitivo», expresó. «Empezar mal siempre pesa, y esa desconfianza puede aparecer en los futbolistas y en el entorno, que es súper importante», añadió. «Quiero que la afición se sienta imprescindible para conseguir las victorias», agregó el entrenador.