La Supercopa de Europa se ha convertido en un laboratorio para la UEFA, con Bayern de Múnich, Sevilla y la ciudad de Budapest como material de probetas. En juego habrá un trofeo (21.00 horas), pero sobre todo un experimento que muchos temen que salga mal. Las autoridades del fútbol europeo consideran el partido como una prueba sobre un eventual retorno del público a las gradas. En medio de un clima de aprensión extendido, un tercio de la capacidad del estadio de la capital húngara acogerá a un total de 20.000 aficionados.

Muchos de los protagonistas no le ven la gracia a disputar esta final a puerta abierta. Las quejas han sido una constante, sobre todo del flanco alemán. Nadie tan contundente como Karl-Heinz Rummenigge, presidente del Bayern, que ha mostrado su temor a que el partido pueda convertirse en un nuevo foco de la pandemia. Por la presencia de público en una ciudad, Budapest, que no tiene niveles de contagios para presumir.

"Creo que todo el mundo tiene un nudo en el estómago. El partido se va a disputar en una ciudad en la que la tasa de contaminación es superior a 100 por cada mil habitantes, es decir, el doble que en Múnich. Es para tomáserlo muy en serio", dijo Rummenigge. Fue muy gráfico al desear con todas sus fuerzas que la final no se convierta en un "Ischgl del fútbol", refiriéndose a la estación de esquí austriaca que fue un importante foco de propagación de la pandemia en Europa. También el técnico Hansi Flick expresó dudas sobre la insistencia en mantener el partido en Budapest: "Es algo que no se entiende del todo".

DEVOLUCIÓN DE ENTRADAS

Rummenigge apoyó las declaraciones del presidente de Baviera, Markus Söder, que el lunes consideró que "no es razonable" jugar la final en Budapest, una "zona de riesgo" de la pandemia, según las autoridades alemanas. Ni siquiera el propio alcalde de la capital húngara está feliz con la visita de aficionados de Múnich y Sevilla. "Si tuviese el poder de decidir, hubiese dejado jugar el partido a puerta cerrada", declaró Gergely Karacsony a un diario local.

Habrá un millar de seguidores del campeón de la Champions y unos 500 del campeón de la Europa League. Ambos clubs, pues, han devuelto un número importante de entradas (disponían de unos 3.000 por club). La UEFA autorizó la presencia de 20.000 espectadores para un partido que significa el regreso del público a los estadios en competiciones europeas, ausente desde el mes de marzo.

El Sevilla ha jugado cinco veces la final de la Supercopa y tan solo ha ganado una, en 2006, en un espléndido partido frente al FC Barcelona. En las otras cayó a manos del propio Barça, Real Madrid -en dos ocasiones- y AC Milan, aquella de mal recuerdo porque se disputó tres días después del fallecimiento de Antonio Puerta. Ahora se enfrenta al todopoderoso Bayern con el exazulgrana Rakitic en sus filas. "Hay respeto, pero no miedo", dijo el croata. Más admirado se mostró Julen Lopetegui: "Hace muchos años que no aparecía en Europa un equipo como este", dijo de los alemanes.