Antes de que arrancara la edición de este año del Abierto de EEUU Roger Federer, el mayor campeón de la historia del tenis masculino, 20 grandes en su inigualada carrera, aseguraba que veía a la nueva generación lista para dar el salto, «tocando a la puerta», amenazando el reinado que mantienen desde hace tres lustros en lo más alto él, Nadal, Djokovic y, en menor medida, Murray. El suizo de 37 años mencionaba a jóvenes promesas como Zverev, de 21 años; Tsitsipas, de 20; Shapolov, de 19... Y, sin embargo, cuando este domingo en la pista Arthur Ashe se juegue la final no habrá rastro de relevo.

El último grande del año vuelve a ser cosa de mayores. Y quienes estarán luchando por el título son dos veteranos: Djokovic, de 31 años, dueño de 13 grandes, incluyendo dos en Nueva York, y Juan Martín del Potro, el argentino de 29 que en 2009 fue uno de los pocos capaz de romper el triunvirato precisamente en Flushing Meadows.

El duelo de los dos amigos, decimonoveno en sus carreras pero el primero en una final de Grand Slam, cobró forma el viernes tras la contundente victoria por 6-3, 6-4 y 6-2 de Djokovic sobre Kei Nishikori (28 años) y después de que la reaparición de problemas con el tendón rotuliano en la rodilla derecha forzara a Nadal (32 años) a tomar una decisión que odia (la de retirarse) cuando el marcador se inclinaba a favor de Del Potro (7-6 y 6-2).

Baja para la Davis

Había algo nuevo en un dolor que conoce bien el número 1 del mundo, baja prácticamente segura para la Copa Davis. «Esta vez», según explicaba, fue «más intenso» y «peor», porque apareció en el quinto juego del primer set, «rápido, en un solo gesto, no poco a poco». Pero hay también mucho de conocido en la lesión. «Es una parte importante de mi carrera», recordaba. «Solo queda aceptarlo y seguir trabajando para cuando vuelva a ocurrir». «No puedo quejarme y no lo haré. Todo el mundo dijo que por mi estilo tendría una carrera corta y aquí estoy. Voy a seguir trabajando duro», añadió.