Oscar Cano ha demostrado inteligencia desde el primer día que llegó a Castellón, pero sobre todo una gran personalidad. Ha costado mucho asimilar su filosofía de fútbol, tanto a los jugadores como a la exigente grada de Castalia. Incluso, ya pudo escuchar el tradicional grito de barraquero en algún que otro partido. Y reconozco que yo era muy escéptico con su idea. Pero ole sus bemoles. Ha roto con todos los tópicos de que en Segunda B es complicado el toque de balón y mantener una apuesta por un fútbol de gusto en lugar de contacto.

Lo de su personalidad ya está demostrado. Además, Vicente Montesinos amortiza perfectamente su sueldo, porque el técnico granadino le ejerce de entrenador y de secretario técnico, una faceta que domina perfectamente.

Ahora voy con su coherencia y sensatez. Cano ha debutado en Segunda A, una categoría en la que compite con clubs, como el que llegará el domingo a Castalia, que quintuplica su presupuesto y que hace solo dos años estaban separados por tres categorías, con la gran base del equipo que logró el ascenso. Eso es un entrenador serio y que respeta el compromiso del vestuario. También ha tenido el tacto de conservar a Marc Castells y David Cubillas en el equipo, detalle del que también es partícipe el presidente, que de padre franciscano con sus jugadores tiene mucho. No ha cometido el error de Garrido que estuvo a punto de devolver al Castellón a 2ª B con entonces un presupuesto puntero para la categoría.

A mi me gusta el Castellón, porque valoro que ha tenido que hacer una plantilla deprisa y corriendo y con pocos recursos. Será un año de sufrimiento y de apoyo incondicional para un equipo cuyo objetivo principal, no lo olvide nadie, es mantener la categoría. Si Cano lo logra, será como un nuevo ascenso. Por fin, el Castellón tiene un entrenador que defiende su idea a muerte y le ha dotado de una identidad. PPO.