El Teruel sacó ayer los colores al CD Castellón. Un equipo justito para la categoría, con futbolistas de calidad media, bien ordenados y que supo aguantar los arreones albinegros de la primera mitad se llevó un suculento botín, empatando en Castalia, en una igualada (1-1) que celebraron como el que gana la Champions y que deja al combinado orellut penúltimo y tocado, en especial por la segunda mitad ofrecida.

Los de Óscar Cano, que habían sido superiores en la primera mitad y pudieron marcharse al descanso con una ventaja superior, naufragaron en un segundo acto sin ideas, en el que perdieron el balón, plantearon un correcalles al rival, permitiendo demasiadas ocasiones y, lo que es peor, el equipo pegó un bajón físico que le acabó costando el empate.

El partido era una auténtica final, para unos y para otros. En especial para el Castellón, que jugaba en casa y no podía fallar. Solo valían los tres puntos, cualquier otro resultado era una condena, como así lo fue al final.

Los de Óscar Cano salieron mentalizados en ir a por el partido desde el pitido inicial. El míster granadino del conjunto albinegro cambió su sistema de los últimos partidos como local, dejando a un lado la defensa de tres y utilizando un 4-2-3-1 más reconocible, con Muguruza y Satrústegui de laterales, un doble pivote con Rafa Gálvez y Caballero, con Julio Delgado —una de las novedades— y César Díaz abiertos en banda, Rubén Ramos de enganche y en punta, la otra novedad, el asturiano Jairo Cárcaba.

Le salió bien la jugada en el primer acto al técnico albinegro, puesto que el Castellón se adueñó del balón con el triángulo Gálvez-Caballero-Ramos, que dejaron al Teruel sin posesión, un contrincante que solo pudo agazaparse atrás y salir a la contra.

Pero caprichos del fútbol, la primera acción de peligro fue turolense. Los rojillos forzaban un córner tras una contra cuyo remate de Roland era desviado de nuevo a saque de esquina por Caballero, cuando el gol se intuía.

Fue un fogonazo visitante, más bien un espejismo. A partir de ahí se espoleó el combinado orellut. Los locales, que primero gozaron de un cabezazo de Cárcaba que atajó fácil el meta visitante Valera, tuvieron en el ex del Conquense, en su primera titularidad en Castalia, en su estilete.

Julio Delgado y César Díaz le ganaban la espalda a los laterales y servían balones a Cárcaba. Aunque las primeras del asturiano se perdieron en el limbo por fallos en controles y definición.

ACELERÓN LOCAL / Pero del minuto 22 al 30, el Castellón se puso las pilas. Primero la tuvo Julio Delgado, solo ante el meta rival, cuyo tiro salió desviado a córner por Valera. La segunda volvió a ser de Cárcaba, pero su mano a mano trompicones quedó en un remate fallido. Y a la tarcera, sí, por fin fue la vencida.

Tras un desdoblamiento de Joseba Muguruza por derecha, su centro llegó hasta el segundo palo, donde, ahora sí, Jairo Cárcaba se estrenaba como goleador albinegro (1-0, minuto 31).

El fútbol hacía justicia con un Castellón que no se relajó, aunque sin concretar las acciones ofensivas. Un conjunto albinegro que llegó al descanso tras una cómoda primera mitad, en la que defensivamente estuvo muy ordenado y supo presionar bien la salida de balón turolense.

CAMBIO DE GUIoN / En la segunda mitad se intercambiaron los papeles. Y como no podía ser de otra forma, el Castellón lo pagó. El técnico visitante, Dani Aso, pobló su medular dando entrada a Ainoza, y el Teruel comenzó a ganarle terreno a los orelluts y lo peor de todo, le quitó el balón.

Ello, unido al bajón físico que pegaron los de Óscar Cano, provocó que la segunda mitad fuera un monólogo turolense.

Por fortuna para los albinegros, los visitantes plasmaban su dominio en acciones que merodearon el área, pero ocasiones propiamente dichas tuvieron pocas.

El hecho de perder el centro del campo supuso que los rojillos fueran creyendo en salir airosos de Castalia. Y en 20 minutos generaron las oportunidades suficientes para al menos empatar.

Pasado el 50, Peláez se la jugó desde medio campo, con Álvaro Campos adelantado, pero el meta castellonense abortó el peligro en la línea de gol. Un cuarto de hora después, en el 66, avisaba Peñaloza con un envenenado tiro que sacó el meta orellut en la escuadra a córner. Y por fin recompensa. Tras una tacón de Peláez, en el 71, le llegaba el balón a Ortí, que fusilaba desde fuera del área el marco local, cuyo esférico botó antes de que Álvaro Campos pudiera detenerlo. Golazo y 1-1.

SIN SOLUCIONES / Con suculento botín, el Teruel decidió dar un paso atrás e incluso realizó un cambio defensivo, algo que favoreció a un Castellón moribundo, al que le pesaban las piernas y donde las ideas no existían.

Aún así, los albinegros lo intentaron. Aunque con más corazón que cabeza y espoleados por una grada que no paró de animar.

Cano intentó darle aire al equipo con la entrada de Castells, que sí puso el músculo y la garra que le faltaba al equipo, pero el de Sueca duró un cuarto de hora, ya que se lesionó, siendo reemplazado por Cubillas.

Eran las últimas balas. Quedaban 10 minutos. No era el día. A Muguruza no le salían los regates, a César Díaz o al incorporado Óscar Fernández no le entraban los centros… y el Castellón apenas pudo inquietar al rival.

Al final, decepción en los orelluts, pitos en Castalia al fútbol ofrecido por los de Óscar Cano —que también fue silbado en algún cambio— y un Teruel que se fue de Castalia igual que ayer lo hizo el Girona del Bernabéu, con la diferencia de que solo empató.

Mucho tendrá que reflexionar el míster granadino para sacar a flote a un Castellón al que ayer le faltó juego, ideas y mucho fuelle en la segunda mitad.