El titular de la portada de Mediterráneo, el lunes, rezaba así: A la isla sin tesoro. Aludía a la oportunidad desaprovechada por el Castellón para cobrar ventaja en su eliminatoria frente al Poblense, máxime cuando desperdició las mejores ocasiones en el combate nulo de Castalia (0-0). No pudo ser hace siete días, pero los orelluts han viajado con la idea de que el tesoro aguarda en la isla, el que, en forma de acceso a la segunda eliminatoria, espera conseguir desde las 11.30 horas.

La expedición albinegra está, desde ayer por la tarde, en Mallorca. Ha velado armas en S’Arenal, a 50 kilómetros del Nou Camp de Sa Pobla, el enorme escenario del segundo y definitivo asalto de la eliminatoria. Un campo que asuste, no solamente por sus dimensiones, sino por los resultados del Poblense, que allí todo lo ha hecho a lo grande: ha ganado 15 de sus 19 encuentros, promediando más de tres goles, la mayoría de ellos de Aitor Pons, cuya producción como local es también de enormes proporciones: 27 sobre los 33 que suma en su cuenta.

SENSACIONES // Si el ambiente en torno al Castellón ya era turbio y de un resignado pesimismo antes, incluso, del arranque de la promoción, el 0-0 no ha contribuido a disiparlo. Pero, como en tantos otros aspectos, el vestuario se ha bunkerizado. La eliminatoria está completamente abierta y, de hecho, les favorece dos resultados de tres: un empate (eso sí, el inicial conduce a los penaltis, con los malos y recientes recuerdos que afloran) y, cómo no, una victoria. No parece complicado, pero el adversario, que guardó más que enseñó en Castalia, mostró un potencial mayor que el que se le presupone a un representante del grupo balear.

Calleja y los suyos se han preparado para sufrir. Lo que llevan haciendo toda la temporada. El presumible control de la pelota y las dimensiones del Nou Camp (105x74 metros), así como su buen estado y un calor de 30º, obligará a exprimir al máximo a los albinegros, cuando varios futbolistas ya han dado síntomas de estar en reserva. Bien harán Guille Vázquez, Jesús López y Marenyà, supervivientes de la pasada campaña (junto a Sabater), en inculcar a los suyos el espíritu de La Rosaleda, ese con el salieron indemnes de la eliminatoria frente al Atlético Malagueño, mucho más complicada que la actual.

El técnico cántabro hilará más fino que nunca en el once. Parece cantado que recupere el 4-4-1-1, con Lolo Ivars por detrás de Esaú, lo cual enviaría a Yagüe al banquillo. No es descabellado pensar que Marenyà, Ximo Forner y Clyde (suplente en la ida), cohabiten en el once, con el vila-realense escorado a la izquierda.