En el Augusta National, el mismo escenario donde se dio a conocer al mundo en 1997, el campo donde cuenta con algunos de su triunfos más sonados, Tiger Woods volvió a recuperar toda su grandeza. No podía ser en ningún otro lugar. Como si se tratara de un guiño que le guardaba el destino con el jugador que cambió la historia del golf, el jugador estadounidense de 43 años protagonizó uno de los regresos más improbables de la historia del deporte.

En una última jornada apasionante en el Masters, que será recordada durante años por la emoción, los cambios en el liderato, la aparición y caídas de jugadores a lo largo del día, Woods consiguió prevalecer y llevarse la victoria, desatando la locura de los aficionados que se agolpaban en torno al hoyo 18, esperando el desenlace soñado: el regreso de su héroe.

Es la quinta chaqueta verde para Tiger, la prenda que distingue al campeón, que llega 14 años después de su último triunfo en Augusta, y 11 años después de su última victoria en un torneo del Grand Slam, y suma su 15 grande, a solo tres del récord de Jack Nicklaus, que ahora vuelve a aparecer como un objetivo plausible.

Máxima emoción

El estallido de júbilo de las gradas se prolongó con la emoción de Tiger al cerrar la última vuelta con una tarjeta con 70 golpes (dos bajo par), para un total de 275 (-13), un golpe por delante del exnúmero uno mundial, Dustin Johnson, del también estadounidense Xander Schauffele y de su compatriota Brooks Koepka.

En esa lista de rivales con los que tuvo que batirse Tiger hasta el último instante, apareció también el vasco Jon Rahm, de 24 años, que completó un torneo memorable y acabó en la novena plaza, a tres golpes del ganador, cerrando por segundo año consecutivo su aparición en el Masters entre los diez primeros, y confirmando así el enorme futuro que le aguarda.

Tiger gritó al cielo con rabia, levantando el puño, para disfrutar del momento, y corrió a abrazarse con su madre, Tilda, presente en su primera victoria, y también a sus hijos Sam, de 11 años, y Charlie, de 10, testigos directos del renacimiento de la carrera de su padre. Esta victoria lo significa todo para mí. No puede estar más feliz. Es difícil expresarlo con palabras, aseguró el jugador californiano, para quien hace apenas 16 meses era casi imposible imaginar un escenario así.

Etapa oscura

Cuatro operaciones en la espalda y cuatro operaciones de rodilla estuvieron a punto de acabar con la carrera de uno de los grandes iconos del deporte estadounidense, a la altura de figuras como Michael Jordan. A principios del 2018, confesaba que apenas podía golpear la bola por el dolor. Por suerte para Tiger y el golf, esa etapa oscura quedó atrás en la última jornada del Masters, que inició a dos golpes del entonces líder, el italiano Francesco Molinari, y en la que jugó con la inteligencia y la sangre fría de sus mejores días.

He intentado ser paciente en las tres últimas vueltas, igual que lo he sido en los últimos años controlando las emociones porque ver cómo cambiaba el tablón de resultado ha sido increíble, reconoció Tiger. El torneo dio el giro final en el hoyo 12, en el decisivo Amen Corner. Molinari envió al agua la primera de sus dos bolas y eso le permitió empatar en cabeza, posición que ya no dejó escapar con dos birdies en los hoyos 15 y 16 que le anticipaban la gloria. Woods vuelve a reinar.