Siguiendo los pasos de su ídolo, su hermano mayor, empezó a jugar en el cole a un deporte que le marcaría su vida para siempre, aunque ya en serio empezó en el colegio San Agustín, donde despuntaba y lo llamó la selección española infantil. Tanto le gustó la Roja que ya no salió de ella hasta ser sénior, llegando a jugar un Mundial con compañeros de equipo como el valenciano y ex NBA Víctor Claver. “Defender la camiseta de España es lo más bonito que he vivido, y he tenido la suerte de hacerlo en todas las categorías y jugar con compañeros y contra jugadores que están ahora en la NBA”, argumenta.

Un año en el mítico y desaparecido Siglo XXI le sirvió para que el Estudiantes se fijara en él y se lo llevara a esa maravillosa factoría de buenos jugadores que es el Ramiro de Maeztu. Desde entonces, y con el inagotable apoyo de sus padres, pasó toda una vida en la capital de España en un gran club, al que halaga y compara con el Amics en la manera en la que cuidan a sus jugadores: “Mi hermano siempre ha sido mi referente y mis padres, un grandísimo apoyo. No fue fácil para ellos que me marchara tan joven de casa”.

Y es que de bien nacido es ser agradecido y Cabot, a pesar de no debutar en ACB con el Estu, no se arrepiente de nada de lo que sucedió y vivió en esa casa, y como amante de las series de televisión, seguro que la de su vida sería un ejemplo a seguir para muchos futuros deportistas. “Estaba en el sitio correcto, pero quizá no en el momento, ya que en ese periodo en el Estudiantes de ACB estaban Pancho Hasen y Carlos Suárez en la posición de tres”, añade el balear.

renacido en castellón // Un año en blanco, la experiencia londinense y la llamada de rescate de Ten llenaron el tanque de la ilusión, que el mallorquín, tras la salida del Estudiantes, había perdido, aunque vivió en Burgos una final de ascenso a ACB desde el banquillo, pero sin final feliz. “Fue una lástima no subir”, indica. Y poco después apareció el Amics: “Venir a Castellón ha supuesto volver a disfrutar del deporte que ha sido mi forma de vida”.

Las calas mallorquinas, la tortilla de patata y las fiestas de la Magdalena castellonense le vuelven loco, pero más aún su chica, nacida en Majadahonda, y parte muy importante de lo que el baloncesto le ha dado a Cabot y que con toda probabilidad le llevará a recabar en un futuro en una ciudad que tiene un color especial y no es precisamente azul, su color favorito.

Le encanta la tecnología y en consecuencia la biografía de Steve Jobs, todo un lujo de libro para tener en la estantería como para cualquier entrenador es todo un lujo tener a Juan Cabot en su equipo, por su currículo, por sus valía y por su carácter. H