Las pretemporadas son lo más extraño del fútbol, sobre todo en las circunstancias actuales. El competitivo mundo en el que vivimos te incita a ganar siempre, aunque, en esta alturas del curso, cuando no hay puntos en juego aún, los entrenadores deben priorizar otras cosas. Minutos para todos más o menos repartido de manera equilibrada, pruebas que rezuman experimentos, oportunidades para los canteranos que más cerca están de dar ese pequeño gran salto que les separa del primer equipo…

El Villarreal CF de este año está llamado a cotas aún mayores que el pasado ejercicio, cuando acabó quinto y se veía cerca, muy cerca, de la final de la Copa del Rey. Así que hay que relativizar el tropiezo veraniego del martes frente al Tenerife (2-3), cuando una extraña segunda parte, culminada con la vaselina de Pau Francisco Torres hacia Filip Jorgensen más propia de un delantero centro, le arrastró a la sorprendente derrota.

No hay que alarmarse porque el Villarreal, en el Pinatar Arena, fue más que sus errores de la segunda parte. Nuevamente, Dani Parejo demostró que es el hombre en torno al que Unai Emery construye su propia versión del Submarino, sobre la herencia de Javi Calleja y otros tantos técnicos que han contribuido a extender la particular forma de entender el fútbol en el Estadio de la Cerámica.

LA CONJUNCIÓN

Está por ver todavía qué tipo de Villarreal construirá el entrenador de Hondarribia, cuyos equipos han apostado por cierto pragmatismo, aunque sin descuidar cierta cultura por el buen fútbol. Además, se encuentra con un Submarino que pierde a Santi Cazorla, que ha modelado el fondo y las formas del conjunto amarillo en los últimos tiempos. El asturiano es un jugador único, así que ni siquiera un futbolista de la talla de Parejo viene a sustituirlo, por llamarlo de una manera, en un simple cambio de cromos, por mucho que el Villarreal de las cuatro próximas temporadas deberá edificarse en torno al centrocampista de Coslada.

En todo caso, independientemente del número de minutos disputados (los albores de la pretemporada en la que nos encontramos pauta la progresiva acumulación de esfuerzos), Parejo ha obtenido los galones que todo el mundo reclamaba para él, una vez se convirtió, en refuerzos millonarios aparte, en el fichaje del verano. Un futbolista no solo referencial en la construcción del juego, sino capaz de convertirse en todo lo que fueron, antes que él, Marcos Senna o Bruno Soriano. Su ascendencia llega incluso a ser el ejecutor de faltas (la despedida de Cazorla dejó huérfana, incluso, esa importante faceta) y acciones a balón parado. Un futbolista que madura los encuentros, que va asumiendo el protagonismo.

LA CONEXIÓN

Como los buenos futbolistas no tardan en encontrarse entre sí, en esa especie de asociación de afinidad en todos los órdenes de la vida, Parejo no ha tardado en encontrar en Gerard Moreno a un socio para desarrollar todas esas virtudes balompédicas que le han conducido a una sólida carrera futbolística.

Centrocampista y delantero han demostrado una buena sintonía, para alegría de Emery. De esa conexión nacerán muchos de lo éxitos de esta temporada en Liga, Copa del Rey y Europa League, con el horizonte de que ambos cambien el amarillo por el rojo el próximo verano, en la Eurocopa.