Carlos Bacca será el cuarto futbolista colombiano que militará en el Villarreal. El delantero deberá hacer valer su anterior experiencia en la Liga —exitosa en las filas del Sevilla— para esquivar los fracasos de los tres compatriotas que anteriormente militaron en la entidad amarilla. El primero de ellos fue Edison Guigo Mafla, que llegó en el mercado de invierno de la temporada 1997/98, la del primer ascenso, procedente del Deportivo Cali. Solo jugó 15 minutos, ante el Levante, antes de irse a Chile. Una supuesta lesión en la planta del pie impidió que cuajara como groguet.

Tuvieron que pasar 13 años para volver a ver a un jugador colombiano en el Villarreal. Cristian Zapata llegó como uno de los defensas más solventes del Calcio (Udinese), pero hizo las maletas al finalizar su primera campaña como groguet, con el descenso del Submarino como lastre. El central disputó 36 partidos en el Villarreal y a su regreso a Italia, con el Milan, ya no tuvo la etiqueta de indispensable de la que disfrutó en el Udinese. Aún así siempre ha sido uno habitual en las convocatorias de la absoluta de Colombia.

Antes de Bacca, el Submarino probó fortuna con otro cafetero la pasada temporada. La inesperada lesión de Soldado obligó al club amarillo a pedir al Atlético la cesión de Santos Borré, que acabó como quinto delantero para Escribá, con 30 partidos y cuatro goles como bagaje. Bacca parece más que preparado para superar el protagonismo y la productividad de sus compatriotas.