Vino al mundo en Talavera de la Reina (17 de octubre de 1991), pero se podría decir que futbolísticamente fue por accidente, porque si existe un jugador que radiografía la esencia de un club o la marca a la que pertenece ese es Manu Trigueros, nacido para jugar en el Villarreal. Son ya ocho temporadas en el primer equipo con tan solo 28 años, por lo que todo apunta a que este chico, que sería el favorito de todas las suegras para ser el marido de su hija, superará todos los registros de la entidad grogueta.

Javier Calleja, un técnico obsesivo con el fútbol creativo y de ataque, encontró con Trigueros la fórmula idónea para que su equipo consiguiera el maridaje perfecto entre inteligencia, imaginación, liderazgo y trabajo. Desde que entró en el once inicial en Mestalla, y pese a la derrota, el Villarreal cambió su idea y se convirtió en el bloque competitivo que después de la victoria ante el Levante se sitúa a solo dos puntos de la Champions. Solo quien no entienda la esencia del fútbol podría comprender cómo uno de los más jugadores con más talento de LaLiga no ha sido ni una sola vez internacional con España en ninguna categoría. Trigueros es el faro que alumbra el fútbol del Villarreal.

—A Manu Trigueros le hemos visto jugar en muchas posiciones, pero ¿dónde se siente más a gusto?

—Yo me siento muy bien siendo el pivote ofensivo que intenta crear ocasiones y que lleguen balones a los delanteros para que tengan ocasiones de marcar goles. No obstante, puedo jugar en cualquiera de las posiciones del centro del campo.

—Llevas en tu etapa en el Villarreal 23 goles y 26 asistencias en 215 partidos oficiales con el primer equipo. Está claro cuál es tu fuerte como futbolista.

—No me considero un jugador egoísta. Si veo a un compañero en buena situación, intento dársela. Mis compañeros me conocen y saben que soy de mirar hacia adelante y jugarme pases entre líneas… Ahora están saliendo bien las cosas y les llegan balones a los puntas. Es cierto que desearía meter algún gol más, pero también las asistencias son muy bien recibidas.

—Manu Trigueros tiene un extraordinario talento, pero con el tiempo ha evolucionado a ser un currante en el campo.

—En el fútbol de ahora hay que defender y cuando un jugador no lo hace, se nota mucho, porque los rivales tienen mucha calidad y si no corres y trabajas lo tienes mal. Si robamos el balón, tenemos calidad para jugar rápido hacia adelante y hacer contras, luego retener el balón y hacer que el rival corra, pero todos debemos defender y en esa faceta no me escondo.

—Acabas contrato en el 2022 y llevas camino de ser una leyenda del Villarreal como Senna…

—Precisamente hablamos hace poco de esto. Ahora es Bruno quien más partidos ha jugado, pero Mario ya le tiene cerca… Con él, comparto habitación hace siete años en las concentraciones. Me siento muy bien y feliz en este club. Soy un groguet más que siente el escudo como el primero. Me importa mucho lo que pasa en el Villarreal y, evidentemente, los resultados. Los jugadores que llevamos mucho tiempo aquí sentimos mucho el club y queremos pelear por devolver al equipo a Europa.

—Puede que la actual sea una de las mejores plantillas que ha tenido el Villarreal, ¿no?

—El club ha hecho importantes inversiones en refuerzos. El Villarreal tiene una gran plantilla, tanto en ataque como en defensa, y eso nos transmite responsabilidad para meter al equipo entre los seis primeros.

—El ‘KO’ en la Copa fue un mazazo, pero ahora el reto es volver a Europa. ¿Es ese el mensaje?

—Notamos el bajón los días siguientes. Era un año para jugar la primera final del Villarreal pero a partir de ahora nos debemos centrar en LaLiga. La derrota de Miranda ha sido uno de los días más tristes en mi etapa en el Villarreal, sin duda.

—¿Ya se han sentado para prolongar su contrato?

—No hace falta porque saben que quiero seguir. Me siento considerado y a gusto en el club.

—¿Eres uno de los capitanes?

—Sí, junto a Bruno, Iborra, Santi Cazorla y Mario. Me siento importante y querido por el presidente, directiva y afición.

—Por tu perfil de futbolista y personal, ¿eres uno de los referentes del proyecto de cantera del Villarreal?

—Yo llegué con 17 años y antes ya me quiso el Villarreal. Al final decidí ir al Barcelona, pero poco después acabé aquí y me ha ido muy bien. Por detrás vienen jugadores como Pau, Manu Morlanes que juegan muy bien al fútbol o Quinti… y vienen más que nos ayudarán mucho.

—La sociedad Trigueros-Cazorla destila fútbol y talento. ¿Cómo te compenetras con él?

—Es una delicia jugar con Santi porque ya sin mirarle sabes que te la va a dar, y además bien. Se mueve justo en el momento para que le pases el balón. Con 35 años lo que está haciendo es increíble. Es un jugador especial y ya verle entrenar es un lujo. Nosotros damos gracias por tenerle cada día jugando y entrenando con nosotros. Es uno de los mejores futbolistas de LaLiga.

—La gran pena es la situación de Bruno Soriano…

—Sí, lo comentamos muchas veces en el equipo, porque los que le hemos visto jugar sabemos quién es Bruno. Se está esforzando por volver a la competición… Yo sé lo que era jugar a su lado y era una diversión. A ver si con el tiempo podemos volver a ver a Bruno disfrutar en el campo.

—¿Europa pasa por no fallar en La Cerámica?

—En casa debemos ser fuertes con nuestra gente y nuestra afición. Es muy bonito volver a jugar una competición europea. Tenemos equipo y una afición que llena el estadio todos los partidos y eso nos debe ayudar.

—¿Habéis cambiado esa idea demasiado alegre de juego y logrado ese equilibrio defensa-ataque necesario para competir?

—Al final hay que tener siempre un equilibrio. Es imposible tener la posesión del balón durante los 90 minutos y por ello tenemos que estar preparados para defender como un equipo y también saber manejar las fases del encuentro adecuadamente.

—Tu vida personal ha cambiado un poco. ¿Duermes menos con los llantos de la niña?

—(Sonríe) Sí, es verdad, pero con mi hija estoy muy contento. La verdad es que cuando nació ella empecé a jugar otra vez; y bueno, el dicho ese de que los niños vienen con un pan bajo el brazo parece que es verdad, sobre todo en mi caso. La niña crece muy rápido y estamos muy felices.

—La de Sergio [Asenjo] nació un día después…

—(Ríe a carcajadas) Somos muy amigos y salimos juntos, y su hija nació un día después. No sé si un día, nueve meses atrás, organizamos una cena todos juntos y vinieron de ella las dos niñas, pero la verdad es que estamos muy felices. Además nuestras parejas se llevan muy bien.

—Eres maestro, ¿qué te planteas después del fútbol?

—No lo sé, soy maestro de educación física. Mi padre también lo es en un colegio de Talavera de la Reina y a lo mejor puedo coger esa plaza. También me puedo quedar aquí ligado al fútbol. Mi mujer es médica y es de Castellón, y ambos tenemos esa pelea… ya decidiremos. Marta está haciendo la residencia de médico de familia, y mantenemos esa duda entre regresar a Talavera o quedarnos aquí, donde también somos muy felices

—Pero si ya has vivido más en esta tierra que en Talavera…

—Llevo 10 años en Castellón y tengo una vida hecha con muchos amigos dentro y fuera del fútbol. La familia de Marta es como si fuera mía. No puedo estar mejor en esta tierra.

—Tu esposa es médica, imagino que algún consejo te daría en ese tiempo que estuviste lesionado.

—Ella ha soportado mis malos humores y es la que más ha aguantado. Y también la que me sacaba una sonrisa todos los días. Esta temporada me veo bien, pero la pasada no lo estaba y llegaba cabreado a casa. Y era ella, sobre todo, la que lo sufría.

—¿Cómo ha cambiado el ambiente de vivir con la soga al cuello por no bajar a Segunda División al de esta temporada?

—No lo había vivido nunca, porque desde que subimos a Primera División nunca habíamos estado por debajo del octavo puesto en la clasificación. Sí, era una sensación así como de tener que ganar siempre y angustiaba porque estábamos para descender. Pero nos hicimos fuertes y sacamos al equipo adelante con la unión de todo el vestuario.

—¿Esta presión de no bajar, junto con la del año de Segunda División, son las que te han curtido más como jugador?

—Se parecen un poco, porque el año de Segunda División hubo una época en la que estábamos a ocho puntos del ascenso directo. Recuerdo el campo del Córdoba. Ellos se la jugaban y teníamos que ganar o ganar, porque nos metíamos a 11 puntos de distancia del ascenso. Era una presión durísima cada semana la de tener que ganar o ganar.

—Aquel gol de Murcia…

—Sí, fue un recuerdo maravilloso porque fue un partido clave y con tantos aficionados nuestros en el campo... Salí del banquillo y marqué justo en ese córner, donde estaban nuestros 3.000 seguidores.

—Un jugador con el talento que tú tienes y nunca ha sido internacional en las inferiores ni en la absoluta. ¿Cómo se entiende?

—Nunca lo he sido y es una espinita que tengo clavada. Para mí sería un sueño defender la camiseta de la selección española. Ojalá pueda tener esa oportunidad algún día de estos.

—Muchos te comparaban con Iniesta. ¿Qué sentías?

—Eso ya son palabras mayores, estamos hablando de un jugador buenísimo. Yo ya me conformo únicamente con el hecho de haber podido jugar contra él durante estos años en Primera. Andrés Iniesta es uno de los grandes futbolistas que ha dado la historia de este deporte en España.

—Has tenido muchos entrenadores. ¿A quién destacas?

—Le tengo que dar las gracias y le debo mucho a Julio Velázquez, porque me hizo profesional y me subió del C al B, me dio mucha responsabilidad y luego me subió al primer equipo. Después, Marcelino me enseñó muchas cosas de fútbol, cosas que ahora son movimientos que aprendí de él. Escribá me dio mucho respaldo y pasé una año bueno a sus órdenes. Y con Javier Calleja he vivido de todo, etapas de jugar mucho y de jugar poco, pero ahora cuento con su confianza. Pero estoy contento con la situación que tengo ahora y estoy intentando devolverle su confianza.

—En esta fase de la temporada te ha dado la manija del equipo.

—El míster me pide tanto a Santi [Cazorla] como a mí que marquemos el ritmo del partido, que cuando haya que atacar demos el pase definitivo, o que vayamos de lado a lado hasta encontrar hueco. Y eso lo hacemos bien. También me pide que ayude a defender y llegue al área.

—Lo que más has mejorado ¿es el aspecto defensivo?

—Sí, además me considero un jugador inteligente, que aunque no robe a la primera, oriento al rival para llevarle a mi terreno o intentar adivinar lo que va a hacer con el balón y colocarme en situaciones en el campo hacia donde creo que irá el balón.

—Quizá en la faceta en la que tienes que soltarte es en el tiro a puerta, que es otra de tus grandes cualidades. ¿Estás en ello?

—Estoy deseando tener situaciones en los partidos para probar el tiro y quiero volver a marcar goles de fuera del área, como he podido hacer en anteriores temporadas. Es un aspecto que quiero incorporar a lo que estoy haciendo hasta ahora.

—Vamos con los rivales del Villarreal. Los dos primeros de LaLiga se han ido pero la lucha por una plaza en Europa está muy abierta. ¿Cómo lo ves?

—Las posiciones europeas están en un pañuelo, salvo el Getafe que se ha distanciado un poco. Hay enfrentamientos directos y esto se va a decidir por detalles hasta final de temporada.

—Los detalles están costando muchos puntos. El míster está insistiendo mucho. ¿Qué os pasa?

—Es cierto que tenemos que pulir esos errores, y más en este momento de la temporada en el que los equipos se están jugando mucho. En Primera División los detalles son demasiado importantes y tenemos que estar muy atentos, porque en ellos se decidirá la lucha por Europa. El míster nos está insistiendo en ello y después de los partidos visionamos vídeos. En eso estamos y vamos a mejorar, seguro.

—Existe una corriente externa que afirma que el Villarreal es un club cómodo para los jugadores, en el que no existe presión. Pero la presión interna es fuerte.

—Es un club que trabaja muy bien, y el presidente invierte mucho. Nosotros lo sabemos y la presión y responsabilidad la sentimos nosotros, porque sabemos que existe una gran plantilla.

—Una plantilla con gente con muy experimentada…

—Albiol, Santi [Cazorla]… han ganado Eurocopas y Mundiales, y como ellos tenemos ahora más jugadores con una experiencia contrastada y un historial deportivo que impresiona. Es cierto, el Villarreal cuenta con una plantilla que va a luchar por regresar a competiciones europeas y es una presión de la que somos conscientes y que sentimos.

—El Villarreal es uno de los clubs con más presencias en Europa en los últimos 15 años, pero el punto negro es que le falta una final, un título…

—Sí, lo decía antes, cuando subimos a Primera no había vivido una situación anterior de tantas presencias consecutivas en Europa, exceptuando el año anterior que peleamos por el descenso. Es una manchita que tenemos ahí los que llevamos muchos años, y yo no me quiero retirar sin haber jugado una final con el Villarreal y ganar un título.

—En Miranda de Ebro hubo gente que incluso lloró…

—Es uno de los grandes disgustos de mi carrera, no lo puedo ocultar. Fue un palo duro, pero el fútbol no se detiene ni cuando ganas ni cuando pierdes… y ahora solo pienso en seguir adelante para intentar estar en situaciones iguales, y mejores, que las de Miranda de Ebro.