La pandemia internacional provocada por el covid-19 ha cambiado los hábitos y costumbres de todos. No se puede saludar como antes, con el tradicional apretón de manos, el abrazo de cariño sincero, el par de besos a la mamá. Se vive pegado a una mascarilla. Hasta asistir a un campo de fútbol es fruta prohibida en tiempos del coronavirus. Nada es igual. Todo es distinto. Pero si hay algo que es muy duro para un padre es no poder ver a su hijo entrenar o jugar un partido de fútbol. Les puede, les supera, porque no hay nada más fuerte que el amor de un padre o una madre por su hijo. El covid-19 ha obligado a la sociedad a convivir con él y hasta a ingeniárselas para regatearlo con habilidad.

Mientras, diferentes ayuntamientos y clubs de la provincia de Castellón siguen trabajando para que en un breve espacio de tiempo el público pueda ver los partidos desde la grada, tal y como contempla la normativa de la Generalitat valenciana y la Federación.

En este momento está prohibido que los padres puedan acceder a las instalaciones municipales en Castelló. Los progenitores tienen que llevar a sus hijos a los entrenamientos y luego esperar en la calle hora u hora y media hasta que finalice la sesión, lo que contrasta con el seguimiento que se hace en otros campos en los que permiten la entrada de los padres, con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad de metro y medio.

Mientras, en otras localidades sí autorizan el acceso a los entrenamientos o amistosos de pretemporada, respetando unas medidas como toma de la temperatura corporal, uso de la mascarilla, responsabilidad y mantener la distancia de seguridad, además de dar el DNI y el número de teléfono. Son tiempos de covid también en el deporte . H