El Madrid consiguió una victoria revitalizante con un juego reprobable que no cura las heridas, pero da tiempo para seguir perfilando su proyecto de futuro. Dos errores flagrantes en defensa y una acumulación ingente de mala fortuna del Valladolid propiciaron que un Madrid errático y apagado se reencontrara con la victoria en un mes fatídico.

Con la trascendencia clasificatoria trasladada al partido, el equipo de Solari anduvo con una tibia intención hasta que el Valladolid demostró la fragilidad de los blancos en cinco minutos locos de los que salió indemne, casi sin creerlo, gracias a que Alcaraz mandó a las nubes un penalti evidente de Odriozola (quinta pena máxima que fallan los pucelanos), a que el VAR anuló por un fuera de juego de centímetros un gol de Guardiola y a que, momentos después, el delantero volvió a rematar a gol en posición antirreglamentaria. El conjunto blanquivioleta pudo progresar y romper líneas del rival sin problema, con una velocidad que evidenciaba la falta de competitividad de su adversario. Cada ataque local producía una situación de gol y el plan de los de Solari no parecía más que una conjunción de improvisaciones. Keko volvió a conseguir un hueco para sacar el centro desde la banda defendida por Ceballos y Reguilón, un laborioso Guardiola colocó el remate en el corazón del área para que, ya sin interferencias, Anuar pusiera el 1-0. La mejor ocasión del Madrid, en medio de una leve reacción, fue un remate hacia su propia portería de Antoñito. En el saque de esquina, el portero Masip golpeó el aire en vez de el balón y Varane recogió un rechace manso para conseguir el empate.

SIGUE EL ACOSO // El segundo tiempo comenzó con dos ocasiones muy claras de un Valladolid que reforzaba la creencia en su plan en cada incursión ofensiva y, a la vez, seguía mermado la imagen de un Madrid errático en ataque y pusilánime en defensa. Pero otro error local volvió a dar vida a los de Solari. Óscar Plano arrolló en el área a Odriozola y Benzema convirtió el penalti para poner por delante a los blancos de manera inverosímil. Ahí acabó la fe de los pucelanos y comenzó a fraguarse su sentencia.