Turquía ganó 0-2 a la República Checa y mantuvo intacto su sueño de acabar entre los mejores cuatro terceros de la fase de grupos de la Eurocopa, que terminará hoy con los últimos partidos que decidirán el destino del cuadro otomano. Turquía volvió a nacer con un cambio en la actitud de sus jugadores. Tal vez, la convicción de su entrenador, Fatih Terim, logró que sus futbolistas resurgieran al fin.

Fatih necesitaba un revulsivo para ganar y lo encontró en la figura de un chaval de 18 años, Emre Mor, que sentó en el banquillo a una de las dos estrellas de Turquía, Hakan Çalhanoglu, uno de los más señalados junto a Arda Turan. El joven Mor dinamitó a su equipo. Con un descaro impropio de su edad, el jugador recientemente fichado por el Dortmund aportó verticalidad, ideas, desborde y electricidad lanzado en ocasiones por Arda, que, aunque aún no está en su mejor momento, se sacó de la chistera alguna de sus genialidades.

En una de ellas dejó un buen pase en profundidad a Emre Mor, que desbordó por la derecha y dejó un buen centro a Yilmaz. El delantero no perdonó y abrió el marcador con un remate certero. El segundo gol lo materializaría Tufan tras recoger un rechace. H