El Real Madrid ensanchó su leyenda como el Rey de Europa con la segunda Liga de Campeones en dos años, su Undécima, la más sufrida de su historia, que confirma la resurrección en un año reconducido por Zinedine Zidane, con intercambio de papeles respecto a Lisboa.

El equipo blanco marcó primero, de nuevo por medio de Sergio Ramos, pero Carrasco empató en la recta final del partido y el Real Madrid inclinó la balanza de su lado con la fortuna en los penaltis tras un fallo de Juanfran.

El fútbol le debe una al Atlético. Una más. La crueldad se tiñe de rojiblanco en una final en la que nadó a contracorriente, dio todo por llevar el duelo a la prórroga y solo hincó la rodilla por un error en el lanzamiento de Juanfran en el cuarto penalti de la tanda. Un duelo llevado al extremo de sacrificio. Una final histórica que cubrió con pasión la falta de fútbol.

Simeone volvió a sorprender en su planteamiento inicial. Donde situase la línea de presión marcaría el duelo. Y la adelantó. Fue a por el Real Madrid. Mordió en la salida de balón, dificultándola y corriendo riesgos con una defensa casi en el centro del campo ante la velocidad de la BBC. El Real Madrid que el Cholo esperaba al contragolpe lo provocó él mismo con su planteamiento.

Al duelo le faltaba belleza, pero le sobraba intensidad. El jugador que desequilibraba era Bale y Juanfran cometió un error infantil. Su falta en un costado, con el galés recibiendo de espaldas, generó el gol al cuarto de hora. El centro de Kroos lo peinó Bale al primer palo y apareció Ramos, en un baile de agarrones con Savic, para congelar el tiempo y recuperar el papel de héroe de la Décima en una nueva final. En posición dudosa, ligeramente adelantado al rival, remachó a la red el primer gol de la final.

reacción rojiblanca // Pero bien por personalidad rojiblanca o por comodidad madridista con el marcador a su favor, el dominio blanco sin peligro, intentando dormir el ritmo del encuentro y ganar seguridad con la posesión, se acabó convirtiendo en riesgo por la invitación a atacar a su rival. Comenzó a llegar el Atlético, sin inquietar a Keylor pero recuperando confianza.

El Real Madrid desapareció de San Siro y tras el descanso, el cambio de Carrasco, como en Múnich, varió la identidad del Atlético. Salió decidido y pronto Pepe cayó en la trampa de Torres. Llegó tarde y arrasó el cuerpo del Niño. Griezmann tiró el penalti pero el travesaño repelió el esférico que botó delante de la línea de gol.

Luego el Real Madrid perdonó y en cambio, en el minuto 78, Juanfran dio un centro perfecto a Carrasco, que chutó empujado por todos los atléticos que no pararon de animar y empató. Ya con las fuerzas justas, llegarían la prórroga y los penaltis, donde Cristiano Ronaldo sentenciaría al firmar el 5-3, sin que el Atlético pudiese ni lanzar el quinto. H