En Sochi habrá un espejo en el campo. Dos selecciones reflejadas en un mismo cristal: Uruguay y Portugal. Son casi idénticas en su estructura. Una, dirigida por un maestro, un tipo tan venerable como excelente entrenador: Tabárez, padre y abuelo de una excelente generación de jugadores, jerarcas en la defensa como Godín (uno de los mejores centrales del campeonato) y guerrilleros en el ataque (Luis Suárez y Cavani). En el otro banquillo se sentará Fernando Santos, un pragmático de la vida que hace del oficio de técnico un asunto muy sencillo. Defensa de hierro con Pepe (otro viejo mariscal)... y todos a trabajar para Cristiano Ronaldo, la joya de la corona lusa.

Uruguay no engaña; Portugal, tampoco. Llevan décadas y décadas los bicampeones del mundo (lograron los títulos en 1930 y en 1950, protagonizando el Maracanazo) fieles a una forma de entender el juego. En Rusia se sienten orgullosos de haber librado tres batallas (cada partido, para ellos, es un asunto de vida o muerte deportiva) sin perder a ningún herido, capaces, además, de mantener su puerta a cero. «Como dice Suárez, hace mucho tiempo que nos venimos preparando para este partido. Hace 12 años que trabajamos juntos y hemos logrado objetivos poco a poco», dijo el Maestro, seguro de que sus alumnos no le dejarán en mal lugar.

LA FUERZA DE LOS CENTRALES // Nada les quita el sueño a los orgullosos uruguayos. Ni siquiera Cristiano Ronaldo. «Trato de no imaginarme los partidos porque esto es un juego», afirmó Tabárez, recordando que duerme tranquilo pese a la cercanía del duelo con la estrella del Real Madrid, «porque hay que darle la atención justa y no obsesionarse porque eso desconcentra». Obviamente, como recordó el Maestro, habrá un plan para enjaularlo. A Godín y Giménez, la pareja de centrales uruguayos del Atlético, no hace falta aleccionarlos: están cansados de jugar contra CR7. «Hay cosas que pretendemos hacer desde el punto de vista colectivo para limitar a Cristiano», añade.

Santos, entretanto, piensa cosas para limitar a dos delanteros en vez de uno. Tábarez piensa en el goleador del Madrid. Su colega portugués, en Suárez y Cavani, delanteros del siglo pasado, implacables en el cuerpo a cuerpo, cansinos para cualquier defensa, incluso hasta para Pepe, uno que conoce los recovecos del viejo oficio de central. «Me aposté un café a qué me hacían esta pregunta», dijo el seleccionador portugués mirando a su asesor de prensa. «Él ha ganado, yo he perdido», destacó a continuación.

DEPENDENCIAS // La pregunta era obvia. ¿Portugal depende de Ronaldo? Una pregunta que el espejo de Sochi podría trasladar a Uruguay. ¿Depende de Suárez y Cavani? «Portugal, y cualquier equipo, depende siempre de los mejores jugadores. Tenemos al mejor del mundo y claro que dependemos de él. Uruguay también depende de Suárez y Cavani», dijo Santos, antes de asumir el mayor peligro que desprende la otra cara del espejo de Sochi.

«El mayo activo de Uruguay es el equipo de Uruguay», apostilló el técnico portugués. Parece obvio, pero no lo es. Luego, lo concretó: «Es una selección con mucha experiencia, fuerte en todos los sectores del campo, con jugadores que todos conocemos». «En este Mundial no ha recibido ningún gol», apuntó para destacar la fortaleza de ese indestructible enemigo uruguayo. Al menos, hasta la fecha.

LA RACHA // «No se les ve muchas debilidades», apuntó. Uruguay vive de la defensa y de su temible pareja de delanteros. Portugal, de la organización defensiva y del olfato de Cristiano. Así lleva 17 partidos sin perder en grandes competiciones. «Llegó nuestra hora, pero ellos creen que llegó la suya. Unos no encajan, otros no pierden…», reseñó Santos.