Detecto cierto ánimo tanto federativo como de la Liga Profesional de hacer ruido pero no cascar las nueces en el tema de las trampas del Valladolid-Valencia, en la última jornada del campeonato. Puedo estar equivocado y me alegraría que fuese así porque es muy fuerte que hasta siete jugadores del Valladolid estén involucrados por las pruebas en dejarse ganar voluntariamente para favorecer a una trama de negocios ilícitos con los apuestas sobre los resultados.

A qué se debe mi recelo? A lo que sucedió la temporada pasada en Segunda División tras un Huesca-Nàstic. Un año después se sigue hablando e investigando sobre ello sin que pase nada. En aquel caso las cosas eran tan claras que el entonces entrenador del Huesca, Rubi, avisó antes del partido a la directiva de que había oído decir a sus jugadores cosas sospechosas sobre un supuesto "pacto de caballeros" para dejarle ganar al Nàstic. Perdió el Huesca y deportivamente no hubo consecuencias: el equipo ascendió tranquilamente a Primera (aquella jornada ya no se jugaba nada) mientras los de Tarragona tuvieron una buena ayuda en su lucha contra el descenso.

Jueces y federativos

En estos asuntos hay dos planos diferenciados, el de la justicia y el del mundo del fútbol. Los juzgados de instrucción buscan pruebas a través de escuchas e interrogatorios para intentar llevar a la cárcel por delitos de corrupción, blanqueo, estafa a terceros y organización criminal. En el plano futbolístico, la Federación y la Liga Profesional deben actuar de forma fulminante, aunque sea con carácter cautelar, adoptando decisiones. En el Valladolid-Valencia lo previsto es sancionar con pérdida de seis puntos al equipo infractor. Esa medida llevaría a los vallisoletanos a descender a Segunda.

Pero a pesar de las evidencias ni la Liga Profesional ni la Federación están tomando medidas para prever la posibilidad de que se materialice este descenso. Regreso al principio: se detectan pocas ganas de castigar al Valladolid y muchas por considerar que lo de dejarse ganar fue una cuestión personal y exclusiva de los futbolistas, no de la entidad. En relación a esto hay que subrayar que los clubs son precisamente los responsables de que sus jugadores no hagan trampas. Pero quizá Valladolid está muy cerca de Madrid, y su propietario, Ronaldo exmadridista (y con escaso recuerdo de su etapa barcelonista) tiene muy buena prensa y óptimas relaciones con quienes cortan el bacalao en la capital. Cuando hace pocos años se descendió al Elche de Primera a Segunda por una cuestión no deportiva (deudas excesivas) no hubo ningún tipo de contemplaciones.

En este momento el fútbol ha de mostrar inflexibilidad con la corrupción, que es una burla a los seguidores. La justicia francesa persigue a Platini por los supuestos sobornos que recibió para que Qatar lograse la organización del próximo Mundial. Es un ejemplo. Ahora, más allá de la compra-venta de partidos y árbitros para ganar los campeonatos y de los 'affaires' financieros, la proliferación de apuestas ha creado un mercado negro de resultados falsificados. Los castigos han de ser rápidos para ser ejemplarizantes. Y eso debería entenderlo hasta el pobre Valladolid.