«Evidentemente ha sido una temporada muy buena para nosotros. Hemos hecho un récord de goles, con un equipo de ensueño que remonta y la magia de Messi». A Josep Maria Bartomeu le parecía un balance más que positivo, a pesar de que el Barça acababa de perder la Liga, recién destronado de una corona que había lucido en los dos últimos años.

Más que positivo, pese a que el menguante equipo de Luis Enrique (tocó la cima en Berlín-2015 en su primer año y desde entonces emprendió una perceptible cuesta abajo) tropezó por segundo año consecutivo en los cuartos de final de la Champions y, como admitió el propio técnico azulgrana, terminó viendo al Madrid pasear la Liga por la Cibeles condenado por su propia «irregularidad». «Si no ganamos la Liga esta temporada, no será exitosa», proclamó el presidente la pasada semana ante el Senat.

Seis días después, Bartomeu cambiaba de opinión, al tiempo que anunciaba día (el próximo 29 de mayo) para que se conozca oficialmente el sucesor de Luis Enrique. Ernesto Valverde es el elegido para cambiar la tendencia de un Barcelona que ha perdido la hegemonía futbolística en Europa (un título en seis años) y ahora también está en un segundo escalón en la Liga española.