El Barça afronta ante el Levante el partido que «todos los futbolistas desean jugar», en palabras de Ernesto Valverde. Ese partido que reporta un título. Normalmente son finales. El caso de la Liga es singular, porque es un título sin ser una final. La derrota (o el empate, resultados que pueden servir si coinciden con el del Atlético ante el Valladolid) no generaría mayores consecuencias que alargar la espera. Aún quedarían tres choques para consumar la conquista: la próxima jornada ante el Celta (en Vigo), la siguiente ante el Getafe (en casa) o la última en Eibar. El duelo tiene los alicientes añadidos de que carece de toda presión y que la fiesta será mayor por jugarse en casa.

OCHO DE ONCE / Y eso espera Valverde. Que el Camp Nou sea la fiesta (20.45 horas) que celebre la conquista de la octava Liga en los últimos 11 años. La cifra que certifica la hegemonía del Barça será el lema de las camisetas conmemorativas, ya confeccionadas, que están guardadas en cajas. «Damos mucho valor a la Liga porque es el título que perseguimos los 20 equipos de Primera», reflexionó Valverde, replicando a la supuesta mayor importancia que posee la Champions.

«La Copa y la Champions dependen más de momentos puntuales en los que puedas acertar o equivocarte. En la Liga tienes que acertar siempre o equivocarte poco a lo largo de todo un año, tienes que ganar en casa y fuera, ante rivales difíciles y en situaciones complicadas», amplió el técnico, que se declaraba contento y satisfecho porque su equipo, además de que va a ser el inminente campeón, lo hará con una amplia ventaja en la clasificación.

RUBIALES Y LA COPA / La holgura de puntos (9 de ventaja sobre el sobre el Atlético, con 12 en juego) por el primer matchball propicia que Luis Rubiales, el presidente de la Federación, esté en el Camp Nou para dar el trofeo de campeón a Leo Messi: «Espero que [Rubiales] tenga trabajo y no solo venga a ver el partido».

El entrenador azulgrana no quiere demorar más el triunfo culminante para que el equipo pueda centrarse en el Liverpool y la Champions. No obstante, la influencia del cuadro inglés en los planes del cuerpo técnico es todavía escasa. No interfiere. Al contrario. Faltarán cuatro días para la primera cita de la semifinal y la motivación del vestuario por cantar el alirón cuanto antes es absoluta. La denuncia del Levante por la alineación indebida de Chumi en la Copa no alimenta ningún deseo de venganza.