Si alguna lección cabe extraer de este raro tramo inicial del FC Barcelona (líder en la Liga y en Champions con un fútbol tan precario como discontinuo), aparte de la Messidependencia, es que los días en que se acusaba a Ernesto Valverde de no hacer apenas cambios en el equipo y de aferrarse a un pequeño grupo de jugadores («los mismos 11 cabrones de siempre», en la memorable expresión del galés John Benjamin Toshack) han quedado atrás. Muy atrás. De hecho, si algo caracteriza al Barça del curso 2019-20 es su naturaleza mutante: en los 12 partidos de Liga que ha disputado no ha repetido alineación. Una inclinación al cambio permanente que se ha reproducido en todas las líneas.

ROTACIONES // Condicionado por las lesiones pero también, y sobre todo, por la respuesta insatisfactoria del conjunto, Valverde ha probado casi todas las variantes posibles en una plantilla de 21+2 jugadores (Ansu Fati y Carles Pérez tienen ficha del filial, pero, en palabras del técnico, están «en la dinámica del primer equipo»). Y en ninguna zona del campo ha sido tan llamativa esa búsqueda constante de la combinación ganadora como en el ataque, donde el técnico azulgrana ha utilizado hasta siete futbolistas (Antoine Griezmann, Luis Suárez, Leo Messi, Carles Pérez, Ansu Fati, Dembélé y Rafinha) en todo tipo de permutaciones.

El tridente ofensivo frente al Celta, formado por Messi, Griezmann y Ansu Fati, fue la octava prueba que Valverde realizó en esa línea en 12 jornadas de Liga. La tripleta atacante más repetida hasta ahora ha sido la que integran Messi, Suárez y Griezmann, un triunvirato que antes de empezar la temporada se presentaba como casi inamovible, pero que está en entredicho por el pobre rendimiento del francés.

En cualquier caso, el puesto de Valverde parece no correr peligro. «Es el técnico ideal para liderar esta combinación de jugadores de cierta edad que han tenido tanto éxito con la de los prometedores jóvenes que tenemos. Estamos preparando esta era postMessi», según manifestó el presidente Josep Maria Bartomeu.