Ni un tiro a puerta pudo hacer Dembélé, el jugador más caro en la historia del Barcelona, en sus primeras apariciones como azulgrana. Ni tiempo tuvo para completar un partido. Apenas 121 minutos repartidos de tal manera que invitan a pensar que ahora Valverde trazará la misma ruta para el retorno del francés, quien sufrió una grave lesión muscular en Getafe, el 16 de septiembre. Ayer, Dembélé recibió el alta médica tras tres meses y medio mirando a sus nuevos compañeros desde la grada.

Ha tenido que vivir el técnico, y el Barça, sin el desequilibrio y el regate que garantizaba ese futbolista, de apenas 20 años, a quien se le otorgó la descomunal misión de ocupar la silla vacía de Neymar en el tridente. Cuando sus socios de ataque, Messi y Suárez, empezaban a conocerlo, se rompió el bíceps femoral de la pierna izquierda. Tras ser operado en Finlandia, Valverde ya tiene el primer fichaje de invierno. Le faltan, eso sí, dos más: Coutinho y un central para llenar el hueco que dejará Mascherano con su marcha a China. Llevaba Dembélé más de dos semanas trabajando con el grupo, deseoso como estaba de pisar el Bernabéu aunque solo fuera unos minutos. Pero Valverde, prudente y precavido como acostumbra, no quiso correr riesgos con él, programándole así un suave aterrizaje.

Dembélé tiene, además, una sustancial ventaja. El halo depresivo y de pesimismo que inundaba el club cuando llegó, ha desaparecido por completo. No se le espera como salvador de nada. Ni tampoco como relevo de Neymar, porque Valverde ha sabido encontrar respuestas tácticas a la desaparición del tridente, articulado, por supuesto, sobre la figura de Messi. A Dembélé se le espera como un recurso más. Distinto a lo que tiene ahora mismo el Txingurri, que ha demostrado una camaleónica capacidad para adaptarse al territorio. Sin él, el Barça ha vivido tranquilo y protegido por la fuerza física (y los goles) de Paulinho. De un problema -el Barça de Luis Enrique era, sobre todo, el tridente y su entorno- halló Valverde una solución.

EL LIVERPOOL NEGOCIA // El Barça acelera para dar a Valverde la pieza que necesita para completar la plantilla, asumiendo que convertiría a Coutinho en el más caro de la historia del club: podría costar 110 millones más 40 en variables. Aunque no pueda jugar la Champions, sería fundamental para el técnico, que confía en la llegada del central (el colombiano Yerry Mina es el gran candidato) para ocupar el hueco de Mascherano. Y mañana, Copa del Rey para el Barcelona en Vigo.