El Club Deportivo Castellón es, cada vez más, el Cruz Deportivo Castellón. La entidad albinegra camina hacia una gestión unipersonal, la de su presidente/consejero delegado que, además, cobra de la SAD, gracias a su particular forma de llevar el club. En cuatro años y medio en la poltrona de Castalia, la lista de víctimas es innumerable, con el agravante de que, con el tiempo, el ritmo de cadáveres (metafóricamente hablando) que deja, es superior. No hay más que ver el Castellón que se perfilaba en verano y al que ahora, menos de seis meses después, ha quedado reducido.

La renovación envenenada que Cruz puso encima de la mesa de Kiko Ramírez y que éste no podía aceptar estableció el kilómetro 0 de este reguero. El tarraconense se fue y, con él, Jordi Bruixola, el hombre que había apaciguado el albinegrismo, que ahora asiste al intento de compra de un grupo en el que el exdirector general es uno de los referentes. Alberto López, jefe de prensa y otros menesteres, también optaba por irse.

El club movió ficha y escogió a un nuevo director general (Matías Martínez) y a una responsable de comunicación y márketing (Carlota Aparici). Han sido un visto y no visto, porque apenas si han durado un trimestre, hartos de la particular forma de gestión de Cruz, con quien se han visto abocados a verse las caras en el SMAC (el Servicio de Mediación Arbitraje y Conciliación, organismo que trata la resolución de conflictos laborales), convertido en una especie de segunda sede del Castellón por los múltiples frentes abiertos, derivados de los reiterados impagos a empleados y trabajadores de la SAD.

Sin duda alguna, lo más sonado han sido las despedidas. Empezando por Charly Meseguer (quemado por su relación con Cruz) pero, sobre todo, los que echó, de un día para otro (Arturo Navarro, Alberto Ramos y Borja Gómez) o acabaron hastiados (Víctor Pino)... Aunque, para impacto, la destitución de Frank Castelló, en Nochevieja, con el equipo segundo, tras 16 jornadas sin perder.

Los afectados no solo han sido miembros del cuerpo técnico y futbolistas. Se ha ido el responsable médico (Santi Rincón), el fisioterapeuta (Cristian Contador, heredero, a su vez, de Raúl Larios)... incluso un utillero (Mariano Moya), dejando solo al incombustible Eliseo Ramos.

LAS VÍCTIMAS ANÓNIMAS // No conviene olvidar a las víctimas anónimas que, además, son las más numerosas y emotivas. Son esos miles de aficionados y aficionadas que acompañaron al equipo frente al Gavà en Castalia; ahora, esa inmensa mayoría, por discrepancias con el amo del Castellón, han dejado de sacarse su abono o, directamente, ya no acuden al coliseo albinegro.