Hay días en los que uno se levanta y, sin encontrar una explicación, va sufriendo una catástrofe tras otra. Como mirado por un tuerto. En otras ocasiones, sucede todo lo contrario: tocado por los hados, todo te sale bien. Cuestión de dinámicas, de estados de ánimo o vete tú a saber...

El Castellón está ahora en una de esas fases. Navega a velocidad de crucero, inmune a todo. Da igual las rotaciones, que el portero titular no esté, que sin hacer nada se ponga 0-2, lo que le permita jugar «a que pasen los minutos»... No sé si hablar de flor o jardín de Sergi Escobar, pero, desde entonces, los orelluts han enlazado una de las rachas más increíbles que uno recuerda, con 35 puntos de los últimos 42.

La exigencia sube de nivel. Ha sacado adelante, de forma impecable, cerca de dos meses ante rivales de la parte media y baja. Lo hace en lo más alto de la clasificación, empatado con el Atlético Levante, que parecía inalcanzable antes del parón navideño y que ahora le supera solo por la diferencia de goles. Incluso ya está por encima del Orihuela.

No obstante, 7 de los 12 rivales que le quedan, aparecen en los ocho primeros puestos. No está mal para preparar los play-off. Los tres primeros parten en igualdad de condiciones en la lucha por el primer puesto, ahora al alcance de los albinegros. De ellos dependerá, de sus errores y aciertos, ahora que la balanza está claramente decantado del lado de los segundos. De momento, sopla el viento de cola. Que dure.