El Villarreal notó mucho las bajas ante un equipo con pedigrí y que forma parte de su liga de rivales por Europa. La derrota por 1-2 deja todavía para sellar el pasaporte para Europa de los amarillos, pero muy cerca y aún dependiendo de sí mismos, incluso, para ser quintos. El equipo de Calleja tiene colchón y la bala extra del último partido en casa contra el Eibar, además de la visita a la capital. El golaveraje particular con la Real se igualó gracias al tanto de Cazorla y ahora el general es favorable a los amarillos. La clave es que el Villarreal lo tiene en la mano y todavía guarda un pequeño colchón.

El Villarreal compitió pese a sus bajas. Calleja tuvo que hacer frente a uno de los rivales directos por los puestos de la zona noble de la clasificación como la Real Sociedad con cuatro bajas tan importantes como las de Iborra, Gerard Moreno, Alcácer y Bacca en el once inicial. Fernando Niño fue el referente en ataque, un delantero en edad juvenil, aunque ya sabe lo que es marcar en Primera un gol y, además, decisivo contra el Alavés, que significó la victoria en Mendizorroza, lo que supuso una nueva mutación del sistema de juego. El técnico dispuso un 4-2-3-1, con Cazorla, Moi y Ontiveros en la segunda línea, y Anguissa y Trigueros como mediocentros.

Al Submarino el empate le dejaba matemáticamente como equipo de Europa League, a falta de disputarse dos jornadas y con muchas opciones de ser quinto. A la Real la mantenía viva en la lucha, después de una segunda parte del campeonato en la que, al contrario que el Villarreal, se ha desplomado como equipo.

El partido, sin embargo, no presentaba un guion de empate. Ni mucho menos. Empezó con ritmo, buen juego por ambos bandos y con mucha intensidad.

Villarreal y Real Sociedad fueron a por el jaque mate y no a especular con el resultado. Buenas llegadas a las áreas, con más oficio por parte del conjunto vasco, puesto que los amarillos notaron en exceso la falta de sus pesos pesados en el ataque, pese a la buena voluntad y el trabajo del jovencísimo delantero, quien además, estuvo demasiado solo.

La Real no controlaba el partido, pero sus acciones tenían más pólvora, pero Asenjo desactivó, con tres intervenciones felinas, los bombardeos donostiarras. Al filo del descanso, Santi Cazorla lanzó un zambombazo desde 25 metros en un libre directo que puso en aprietos a Moyá.

Los dos técnicos movieron banquillo. Calleja sacó a Chukwueze en punta por Niño, mientras Imanol metió en el campo a William José y Portu. El Villarreal hilvanaba bien su juego, movía el balón con criterio, pero no tenía punch alguno en el área.

Todo lo contrario que los txuri urdin. Un saque de esquina fue rematado por William José a la red, ganando bien la posición a Trigueros y Alberto Moreno.

Tras el 0-1, los amarillos estiraron las líneas y descuidaron las espaldas. Sin un referente claro en ataque, cada intento del Villarreal se diluía inofensivamente en el balcón del área de Moyá.

La Real se hizo con los mandos del partido de forma clara. Un contragolpe bien diseñado y ejecutado por los donostiarras acabó con cuatro jugadores vascos para dos amarillos y Llorente finalizaba estableciendo el 0-2, que parecía definitivo. Pero si este Villarreal tiene una virtud es que nunca se rinde. A seis minutos del final, Cazorla conectó un tiro que se coló ajustado al palo.

Calleja, que acabó con Chukwueze y Baena en punta, mandó a sus jugadores estirar sus líneas en un intento a la desesperada de lograr ese punto que tan bueno era para los amarillos. Hasta el último suspiro lo peleó el Villarreal. Incluso un claro agarrón a Albiol en el área en el que el VAR se hizo el sueco. El Villarreal sigue muy vivo porque la ventaja que lleva sigue siendo importante cuando solo quedan seis puntos en juego.