La expedición del Villarreal regresaba ayer de Nápoles pasadas las cinco de la madrugada, lo que dejaba a Marcelino con solo 55 horas por delante antes de que los suyos salten, al mediodía de mañana, al césped del Madrigal para enfrentarse al Levante. Las protestas del propio técnico, y las del club tras la negativa de la LFP a retrasar el choque de la 26ª jornada, cayeron en saco roto y el Submarino añadirá a un rival complicado una buena dosis de cansancio.

Marcelino, después de dos partidos de máxima exigencia con un once base, se verá obligado a refrescar el equipo de manera amplia. Jugadores como Bruno, Pina, Soldado, Víctor Ruiz o Mario, además del portero Areola, han superado los 150 minutos en las dos últimas citas de inusitada intensidad en el Calderón y en San Paolo, con lo que se perfila la apuesta por jugadores como Castillejo, Trigueros, Bonera o Baptistao que han disfrutado de más minutos de descanso. El técnico acabará de perfilar hoy sus planes en una sesión que ha trasladado a la tarde (18.00) para otorgar un poco más de descanso a sus futbolistas.

Aunque Marcelino podrá oxigenar el equipo para intentar sumar la 13ª jornada consecutiva sin perder, hasta para el técnico rival, Rubi, el horario es una salvajada para el Villarreal. “Marcelino tiene toda la razón del mundo en su queja. Jugar el jueves a última hora y volver a hacerlo el domingo por la mañana es una exigencia muy grande. Estoy de acuerdo que me parece muy apretado a estos niveles tener dos partidos en dos días y medio”, esgrimió. H