El Villarreal puso broche final a una de las mejores temporadas de su historia. Lo hizo con la cabeza alta y cumpliendo con el expediente en un partido en el que no se jugaba nada. Fue un convidado de piedra en la gran fiesta del Sporting, que selló su permanencia en Primera con su victoria y la ayuda del Betis, que dejó en Segunda a Getafe y Rayo Vallecano. Ganó la necesidad del Sporting ante un Villarreal que llegó con los deberes cumplidos a dos semanas del final de la Liga. Un año redondo para el equipo amarillo y un final feliz para el Sporting de Gijón. Sin más.

Marcelino se mantuvo fiel al mismo guión que ha interpretado durante toda la temporada. El mismo que escribió en Viena, en el primer partido de la Europa League, el que defendió a capa y espada en varios encuentros de la Liga, o en aquella discutida eliminatoria de Copa ante el Athletic. No varió ni un ápice de su filosofía pese a la lamentable presión que soportó el Villarreal durante la semana desde Madrid. El técnico amarillo mantuvo su política de mantener viva a la plantilla, como hizo ante el Deportivo, y no se desvió de su idea. Luego el Villarreal salió a competir pese a la diferencia motivacional, que era muy diferente a la del Sporting.

Pero no se lo puso fácil a un rival que se jugaba la vida y que tenía también la vista puesta en otro campo. Hace cuatro años, el Submarino lo sufrió en sus carnes y descendió a Segunda, merced a sus deméritos y también a lo que aconteció en Vallecas.

El Sporting imprimió un fuerte ritmo al partido desde el principio, arropado por una afición volcada, entregada y rendida a su equipo. El Molinón ejerció de jugador número 12, 13 y hasta 14.

Y se puso por delante en el marcador muy pronto. Apenas habían transcurrido ocho minutos de juego, cuando el conjunto asturiano se puso por delante en el marcador merced a un trallazo desde la frontal del área de Jony. El Sporting ya puso la cabeza en el Villamarín, donde se jugaba tanto, o más que en el Molinón.

El partido, que era una manzana envenenada para Marcelino, esportinguista de corazón y de cuna, se situaba en una situación trampa, porque se encarrilaba a un marcador que con el 1-0 se situaba en una frontera entre el infierno y el paraíso para los asturianos. El Villarreal acercó al Sporting a las llamas con un remate de Leo Baptistao al poste, que encogió el corazón a la afición local. Los amarillos no aflojaron y le mandaron un claro mensaje al Sporting de que la permanencia se la tenían que ganar.

EN DOS FRENTES // El Villarreal defendió con orden y tuvo la pelota en su poder más que los asturianos. El Sporting era todo corazón pero con el paso de los minutos, los nervios se instalaron en el cuerpo de los asturianos. Por las ondas hertzianas llegó el gol del Betis, que valía tanto, o más que el tanto de Jony. El Molinón se convirtió en una fiesta.

Pero el paso de los minutos envolvió al Sporting en un manojo de nervios. La frontera entre el fracaso o la gloria era fina. Marcelino, expuesto a la lupa del fair play, sacó a Denis y Bakambu, sus dos principales referentes en ataque. El Sporting se jugaba la vida y ese plus era el que marcaba la diferencia con un Villarreal que salió a competir pero al que le faltaba ese hambre por los puntos.

Y cuando peor estaba el Sporting de Gijón, llegó otro trallazo de Sergio. Con el 2-0, la permanencia de los asturianos se jugaba en Sevilla. El Betis también le dio oxígeno al cuadro astur. H