Pudo ser una goleada, pero concluyó con un apretado 2-1. El Villarreal desperdició acciones de ataque de todos los colores y maneras. Su errores no solo se centraron en el remate final, que también, sino en el último pase o en la falta de concentración necesaria para aguantar unos centímetros y no caer en posición ilegal o en la toma de la decisión correcta en la jugada final. Por lo demás, el equipo de Emery dio un paso adelante y demostró que tiene potencial para competir, jugar bien al fútbol y ganar muchos partidos. Es cuestión de ajustar tiempos y distancias, minimizar errores en el juego defensivo y ser un poco más precisos.

El VAR volvió a enemistarse con el Villarreal en la primera parte. Igual que en el partido ante el Huesca, el primer acto concluyó con dos acciones clave revisadas por el videoarbitraje que se tornaron en contra, por sendos fueras de juego previos a la culminación de la jugada. Un tanto anulado a Gerard Moreno, por posición ilegal en el centro de Moi, y un penalti a este último, también echado atrás por dicho motivo. Por centímetros, el Villarreal no plasmó su buen fútbol en observar el marcador con tranquilidad y ventaja.

En fútbol, sin goles no hay paraíso. Los amarillos movieron bien el balón. La salida limpia desde atrás que ofrece Pau y el timón de una pareja de mediocentros integrada por Coquelin y Parejo, le puede dar mucho a este renovado Submarino. Parodójico fue que los amarillos borraran al Eibar en el centro del campo, con constantes llegadas en superioridad a su área, pero se ahogaran antes de alcanzar la portería de Dimitrovic.

Samu fue el fiel exponente de lo expuesto. El nigeriano desborda a sus rivales, les hace un traje a medida cada vez que les encara, pero comete error tras error en el pase final o en el momento de tomar una decisión clave para el desenlace de la jugada. Es como hacer una paella perfecta, pero echarle excesiva sal cuando se va a servir en el plato o como comérsela fría. Una pena. Chukwueze fue el protagonista de los primeros 45 minutos, para lo bueno y para lo malo. Por escasos centímetros su brillantez en las inmediaciones del área se transformó en una oscuridad desesperante.

El Villarreal jugaba bien a fútbol, pero volvía a fallar estrepitosamente tanto en el remate como en imprecisiones fatales en los últimos metros. Y el Eibar dio un par de sustos mortales a pesar de su escaso protagonismo en el juego. Inui y Edu Expósito pusieron a prueba a Asenjo. El palentino salvó los muebles. No hubiera hecho justicia a lo que sucedió en el campo, pero en este deporte ésta se ejecuta a razón de goles. La puesta en escena de Emery, en su segundo partido oficial con el Villarreal, fue mantener, una vez más, la base del equipo que concluyó la temporada con Calleja, salvo la inclusión de Parejo y Coquelin en el eje de la medular en un 4-4-2 de manual, con Mario sustituyendo al lesionado Peña en el lateral.

El Villarreal no bajó los brazos. Mantuvo su misma línea y el partido continuó siendo un monólogo. Chukwueze continuaba siendo un volcán en erupción, pero su lava se enfriaba cuando alcanzaba el área. Parejo llevaba la batuta y ordenaba el juego, mientras que arriba Gerard se batía el cobre y apuntaba peligro en cada acción. Emery movió el banquillo, en esta ocasión mucho más pronto que una semana atrás, dando entrada a Iborra por Coquelin y al recién fichado Estupiñán por Pedraza.

Los amarillos se conjuraron contra su mala fortuna con la fórmula de jugar bien al fútbol, aderezada con una buena actitud defensiva en todo el terreno de juego, que hacía que al Eibar le durara muy poco el balón en su poder.

El terreno de juego parecía inclinado. El balón siempre rodaba hacia la portería eibarresa. El Villarreal intentaba ajustar el arranque en los pases largos, para no caer en la constante concatenación de posición ilegal en el arranque de la acción al encarar la portería. Y por escasos centímetros, el VAR esta vez golpeó su maza de la justicia a favor del equipo de La Plana. Alcácer se movió bien entre los centrales y encaró a Dimitrovic y le batió con destreza. El árbitro anuló la acción y la piña de la alegría grogueta tuvo que retrasarse hasta que los monitores demostraron que el gol podía validarse.

El 2-1 no cambió nada. El Villarreal siguió volcado y asumiendo riesgos. El Eibar tuvo su chance en un cabezazo que salió fuera con suspense, pero hubiera sido tan injusto que no fue posible. El Villarreal sumó el primer triunfo. El escaso margen de goles no reflejó lo que sucedió en La Cerámica. H